Danzan aún en la luz nebulosa del recuerdo

La idea inicial de Monique Bastiaans era una instalación totalmente distinta de la que ahora se presenta en la sala de exposiciones de Las Cigarreras. Se trataba de un proyecto que llevaba unos años madurando y que nos hacía ilusión presentar en Alicante. Sin embargo, el lugar propuesto finalmente para la exposición lo cambió todo.

Bastiaans presta siempre gran importancia al lugar donde va a exponer, al espacio o entorno que acoge su obra. Acostumbra a trabajar cada proyecto pensando en un lugar específico y atendiendo a las características particulares de ese lugar, tanto si se trata de una sala de exposiciones como de un espacio abierto, ya sea urbano o de aquellos en los que predomina la presencia de la naturaleza, por los que siente especial predilección. Busca integrar la obra en el entorno y que se produzca más que un diálogo, una relación de autoimplicación, casi por necesidad.

El grado de interacción entre la obra y el entorno es variable. Se plantea en términos, espaciales, lumínicos, materiales, cromáticos, auditivos o incluso aromáticos. La interacción se presenta de forma sutil, como el movimiento de la brisa y los reflejos del sol en las mallas de nylon de “Mediodía se celebra en el interior” (2001), o bien resaltando las estridencias entre los materiales sintéticos y las formas orgánicas, como en la exposición “Vecinos verticales” de 2007. En cualquier caso, siempre existe un respeto por la naturaleza misma del entorno.

“¿quién soy yo para torturar unos árboles con la pretensión de que el resultado sea mejor de lo que era antes?” 1, se preguntaba en Ribarroja del Turia mientras trabajaba en el proyecto de la intervención “Adeu tristesa”, que convirtió un campo de naranjos muertos por la enfermedad de la tristeza en un huerto de color e ilusión envolviendo los árboles con telas rojas, fucsias o rubís. El respeto que siente hacia el entorno es también una de las razones fundamentales del carácter efímero de la mayor parte de la obra de Bastiaans.

El espacio arquitectónico de las naves de la fábrica de Alicante que aún se encuentran pendientes de rehabilitación sorprendió y cautivó a Bastiaans desde la primera visita. Esas enormes salas, que se descubren entre los claroscuros que produce la luz natural de los ventanales sobre las paredes desconchadas, permiten hacerse una idea figurada del ambiente de trabajo durante los años de funcionamiento de la tabacalera. Sin embargo, lo que despertó un interés decisivo en este caso fue la historia de la fábrica y, especialmente, de las trabajadoras.

Cuando lo normal era que las mujeres trabajaran en casa o en el campo, la fábrica de Alicante llegó a emplear a más de cinco mil cigarreras durante unos años en los que la población de la ciudad crecía ligeramente por encima de los quince mil habitantes. La incidencia de esta enorme fuerza trabajadora en la economía doméstica propició ciertos cambios en los planos social y político de la ciudad. Las cigarreras establecieron fórmulas para conciliar sus vidas con jornadas de largas horas, que en muchos casos se prolongaban con largas distancias de ida y de vuelta a casa. Se organizaron para atender las comidas, la asistencia sanitaria y en general, para hacer vida en la fábrica; incluso pusieron en marcha un colegio para atender a los hijos de aquellas mujeres que no tenían familia con quién dejarlos. La fuerza de la solidaridad y la unión ante diversas adversidades alentó el desarrollo de un espíritu sindicalista y reivindicativo que fue el precedente de la lucha feminista en la ciudad y que ha grabado una huella emocional en la memoria de los alicantinos.

La memoria colectiva tiende a ser positiva y entusiasta, especialmente después de la reciente recuperación institucional de los terrenos para uso público. A todos nos parece apropiado el uso cultural para una edificación que además de reunir unas características arquitectónicas adecuadas, históricamente fue el origen de unas inquietudes sociales vinculadas a unos ideales de progreso y cultura que hoy son cuestionados por pocos. Pero, a pesar de recientes estudios publicados2, ese recuerdo popular es también vago e impreciso, obviando por ejemplo, las duras condiciones laborales de las distintas épocas para destacar los logros sociales de las cigarreras.

Es frecuente que en la construcción de los recuerdos se produzcan pequeñas tergiversaciones. Algunos hechos se magnifican y es normal que se obvien ciertos datos; las lecturas objetivas quedan fuera del registro, no interesan. La influencia, a su vez, de posibles cargas emocionales de diversa índole sobre el proceso de construcción de la memoria, permite equipararlo con los procesos de mitificación, donde el lenguaje se emplea en clave alegórica y la incongruencia se disfraza de paradoja. Con el paso del tiempo la desviación puede ser aberrante3.

En homenaje a los logros de las cigarreras y sobre todo, a la ilusión que despierta aún hoy la imagen que nos hemos construido de aquel espíritu combativo, Monique Bastiaans aplica por su parte una sintaxis también alegórica. Prescindiendo de definiciones precisas reconstruye la imagen de esa ilusión a través de figuraciones sobredimensionadas de algunos elementos que se refieren a tópicos, fácilmente asimilables, del trabajo en la fábrica y el espíritu de las cigarreras. Así encontramos detrás de las tres grandes figuras de la obra “Don´t dream it, be it” (que no se sabe muy bien si son cigarros o cigarras gigantes, o las ninfas-crisálidas a partir de las cuales surgirá todo lo demás), una danza de telas alegres al vuelo, “Las ideales” propiamente dichas, frente a una enorme batea de grandes puros, titulada “1888” en alusión a la primera revuelta que protagonizaron las cigarreras de Alicante. Una iluminación pobre emula la luz de la memoria y lanza haces que atraviesan una nebulosa que nos sume en la densa atmósfera y el aire insalubre de las naves, mientras desde un lugar indefinido, como si procediera de un remoto recuerdo, entre el zumbido de los ventiladores y los chistidos de la máquina de humo, oímos algo4 que contiene resonancias de las voces de las cigarreras cantando de camino a la fábrica.

Como sucede en muchas obras anteriores –desde las “Medusas” de 1996 en la Playa de las Arenas en Valencia hasta los “Ombligos mirándose” de 2008-, las tres ninfas de “Don`t dream it, be it” establecen un juego con las tensiones que se producen entre las formas orgánicas y los materiales sintéticos. La aparente robustez de las figuras a distancia revela transparencias al trasluz, con intensos tonos rojizos del grueso engrudo con nogalina que recubre la delicada piel de encaje. El equilibrio inestable que adoptan sobre el suelo, medio colgadas de un extremo, refiere una ligereza que contradice la gravidez sugerida por el formato. Se evita lo mimético -no es importante que se asemejen a cigarras ni a cigarros- para resaltar los valores plásticos, que son versátiles y permiten plantear un umbral de incertidumbre ante el objeto y provocar una suerte de desasosiego perceptivo. No hay deseo de engaño, aunque Bastiaans sí persigue despertar los sentidos; existe una voluntad de estimular las dudas y cuestionar: ¿Las cigarreras tienen algo que ver con las cigarras? ¿El cigarro toma su nombre por el parecido con las cigarras?

“1888”, la falsa batea con sus puros sobredimensionados –el producto del esfuerzo de las trabajadoras-, persigue el mismo fin; aunque en este caso se hace cierta concesión al mimetismo con la textura del cartón-piedra, tan parecida a la piel de un puro que la artista decidió no emplear la hoja real para recubrir las piezas. La penumbra de la luz indirecta produce a su vez, un efecto de trompe-l’oeil en relación con la profundidad de los puros, que en realidad no son sino cabezas semi-esféricas adheridas a la pared. La escala contribuye al desconcierto.

Constatamos a través de distintas obras como “Moony” de 2002 o “Hemelzweet” de 2006, que a Bastiaans le interesan los ritmos que surgen con las irregularidades en la repetición de elementos esféricos o redondeados. La seriación es un recurso que refuerza la visión de las cigarreras como un grupo; pero también proporciona algún grado de espiritualidad. En cualquier caso aprovecha aquí para situar detrás de la supuesta batea la megafonía de la música que el compositor Leopoldo Amigo –que viene siendo un colaborador habitual en los proyectos de la artista- ha grabado expresamente para la instalación. De nuevo nos confrontamos con una pregunta: ¿El resultado del trabajo de estas mujeres se mide con parámetros materiales o tiene dimensiones espirituales?

Las faldas de “Las ideales” constituyen el elemento principal de la instalación, el que remite directamente a las cigarreras. Se trata de otro recurso iterado. Se presentó en la exposición “Plaisir de fleurir” en 2007 en la Sala Parpalló de Valencia, donde aludía con su agitación a la alegría primaveral de las flores; más tarde, ligeramente distinta, con el título de “Merrily”, se integró junto con obras que parecían zapatos de tacón o collares de perlas en la exposición “Lunes, miércoles y por la noche”, en Carlet, en un contexto que se refería a la sofisticación y la extravagancia de la moda femenina. En ambos casos se exhibía una sola pieza; aquí por primera vez, la obra la conforman cinco faldas que forman un grupo.

La idea de grupo se enfatiza por medio de la unidad cromática del conjunto, que prevalece a pesar de la disparidad de textura, tono y detalles de los tejidos. Esa variedad constata que los grupos se componen de individuos. Con matices, las telas son amarillas, un color luminoso y alegre que remite directamente a una agrupación proto-sindical de trabajadoras, de tendencia feminista, conocida como “la amarillas”5.

Agitadas por grupos de ventiladores, el revoloteo de “las ideales” recrea los movimientos de las faldas en un baile y transmite una sensación de libertad que debe encontrarse muy próxima a la que sentían las propias cigarreras durante los bailes que se celebraban los días señalados y que se ensayaban en los patios durante los ratos de descanso. Al referirnos a la alegría que se desprende de las danzas de las trabajadoras, Bastiaans nos despierta una sensación anacrónica y extraña, de desahogo y satisfacción por el reconocimiento de la contribución de aquellas cigarreras a la emancipación y la libertad de la mujer en la sociedad.

Todo esto puede llevarnos a pensar que, en efecto, “Las ideales” es el proyecto de Bastiaans con mayor inclinación hacia cuestiones de carácter social o antropológico. Sin embargo, el lenguaje empleado no es el más adecuado, pues limita el alcance objetivo de una reflexión planteada en dichos campos. La instalación se articula obedeciendo a la misma retórica alegórica que impregna los procesos de construcción de la memoria emocional y la propia identidad, una lógica primaria con asociaciones de ideas muy básicas, como las relaciones de proximidad y similitud en el pensamiento primitivo mágico-místico. Es una lógica que se encuentra en la raíz de epistemológica de todos y, por tanto, casi instintiva. Ahora bien, se complica con tropos, paralelismos, antagonismos, polivalencias, paradojas y otras piruetas del lenguaje. Estrategias que permiten tomar conciencia de la comunicación emocional mientras atienden a la necesidad de sensibilización cultural.

Un lenguaje plástico multidisciplinar y entregado a la experimentación, que permite registros sintácticos muy abiertos, se muestra eficiente y versátil para reflejar las polivalencias, las paradojas y los campos de inconcreción del discurso alegórico. En el juego de establecer relaciones, de insinuarlas, de simularlas, en la manipulación de la poética propia de las cosas que se encuentran interactuando, se despliegan las claves del lenguaje estético de la artista.

Boye Llorens Peters
Denia, 18 de julio, 2012

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El pulso interior (y exterior) de la naturaleza

Compuesta por intervenciones de muy variada procedencia y registro, la muestra de Monique Bastiaans titulada “Ha llegado a su destino” propone, paradójicamente, preguntas sin respuesta y puertas que se abren. Es bien sabido que el trabajo de la artista belga afincada en España esquiva conscientemente los cánones establecidos y que tampoco parece querer ajustarse a géneros o tendencias, optando en su caso por un visible afecto por la naturaleza y lo rural, así como por la utilización de materiales tan diversos como plástico, tejidos, resinas, metal, o pasta de modelar. En sus obras el acabado material (o, si se quiere, plástico) no abruma, porque sus intervenciones garantizan la escala humana y reformulan el espacio abierto de la naturaleza (el paisaje) equiparando la meditación y la expansión. Esta circunstancia nos da pie a señalar dos consideraciones: en primer lugar, es obvio que en el universo plástico y poético de Monique Bastianns lo sensorial no predomina sobre lo intelectual; por otra parte, la levedad inherente a sus intervenciones sobre la naturaleza certifica que el mejor homenaje al mundo natural radica justamente en dejarle respirar.

Algunas de las intervenciones realizadas ex profeso para los espacios interiores y exteriores del Museo Vostell Malpartida ejemplarizan de un modo particular esta idea de “dejar respirar”: mientras que la candidez de Primavera Viral es lo opuesto a lo parasitario, la disposición espacial de intervenciones como Y ellos entendieron o Aspirar las brisas se postulan también como una cumplida consideración hacia el (exigente) espacio expositivo que el MVM dedica a muestras temporales. Alejada, pues, de cualquier sospecha de barroquismo hiperbólico, la obra de Monique Bastiaans es capaz de provocar emociones poderosas fundamentando su identidad en un respeto a los espacios que acogen sus intervenciones. No obstante, de entre las varias reflexiones que suscitan las líneas maestras que delinea el universo propio de la artista belga, quizás se distinga de un modo especial esa sensación de que, en su caso, la ligereza y la esencia (duradera) van de la mano. O dicho de otro modo: sus luminosas y sensibles intervenciones describen el inmortal ordenamiento del mundo al mismo tiempo que nos recuerdan que el concepto de armonía viene definido también por su fugacidad. Buen ejemplo de ello es la soberbia intervención Aspirar las brisas, con la que Monique Bastiaans rinde un sentido homenaje a Wolf Vostell (en realidad, la intervención celebra la fascinación que ambos artistas sienten por el ajo) sin renunciar a sus señas de identidad (colorismo, levedad, alegría) y tomando distancias con la extrema dureza del posicionamiento ético y estético del poeta del hormigón. Esta intervención contribuye a construir un relato fluido al tender lazos con el resto de intervenciones de la muestra, particularmente con la instalación sonora con la que comparte espacio, titulada Y ellos entendieron y firmada a cuatro manos junto con el compositor valenciano Leopoldo Amigo. Por lo demás, Monique Bastiaans continúa expandiendo su radio de acción al otorgar al sonido un carácter primordial en tres de los trabajos “expuestos”. A la ya mencionada colaboración con Leopoldo Amigo hemos de añadir el enfoque aural de dos intervenciones –Aspirar las brisas y Primavera viral- que, sin ser tan obvio e instantáneo e incuestionable como en el caso anterior, sí está en cierto modo presente. El sonido que producen pequeñas varillas, propulsadas por motores, en las recreaciones esquemáticas de ajos que componen la obra Aspirar las brisas es tan orgánico como metálico y sincopado, pero otorga a la intervención de cierta robustez. De este modo, y pese a que desde un punto de vista exclusivamente visual las piezas apuestan nuevamente por la simplicidad y la ligereza, Monique Bastiaans mantiene viva la llama del espíritu vostelliano al realizar un pequeño guiño a un pensamiento estético tan fuerte como poderoso. Todo esto situándose en las antípodas de la visceralidad, del nervio y del músculo, de la rabia, la potencia o la fuerza… Y en cuanto a Primavera viral, el viento hace sonar un sinnúmero de campanillas que otorgan a la pieza un carácter deliciosamente atmosférico y saltarín. Una elegante y luminosa filigrana sonora mecida por el viento de Los Barruecos.

Bien diferente es la hermosa complejidad de la escultura participativa Unicelulares en tiempos de crisis, que esconde bajo una apariencia de arquitectura perfecta la diversidad saludable de pequeñas flores, realizadas por voluntarios con pasta de modelar. Monique Bastiaans despliega con esta obra un discurso en el que proclama que la unión es posible. Mientras que la forma orgánica de la escultura remite al mundo natural más arquetípico, el contenido de la misma se mira nuevamente en el espejo de la madre naturaleza para tomar como modelo el comportamiento de bacterias o protozoos, al mismo tiempo que se propone radiografiar el momento presente. Por su parte, la intervención Cuántica para cuervos toma como referencia la exhuberancia de los líquenes que cubren las rocas de Los Barruecos. La artista reinterpreta el paisaje con amor, sembrando dos rocas del recinto interior del museo con estos otros líquenes, construidos con objetos cotidianos, que al ser alcanzados por el sol contagian secuencias brillantes y ensoñadoras.
En resumen, la exposición Ha llegado a su destino explora como pocas el lado más amable de la naturaleza (humana).

Josefa Cortés
Directora-Gerente Morillo

Alberto Flores Galán
Técnico de Arte

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Píntalo de color y alegría

La obra de Monique Bastiaans es mayor. No solo porque la artista realiza habitualmente intervenciones de gran formato sino porque su obra eterna trasciende lo epidérmico. Es también mayor porque es una obra muy madura, sin resquicios. Y es definitivamente una propuesta mayor porque Monique ha sabido crear un estilo personal a base de esquivar decenas de referencias, puesto que la artista ha logrado mantenerse fiel a sí misma sin someterse a tendencias, estilos o escuelas. Pero su obra va mucho más allá de ser simplemente personal, es intensa e precisa, y si hay dos elementos que definen el posicionamiento artístico mayor de Monique Bastiaans éstos son color y alegría. Si los Rolling Stones decían aquello de “Paint it Black (píntalo de negro)”, la artista valenciana de origen belga exalta la naturaleza, sus colores y su alegría. En efecto, la gravedad es muy mala compañera para las artes, más aún en el caso de esta artista valiente y siempre a la búsqueda de una renovación constante, pero fiel de un modo equivalente a un auto-impuesto margen de maniobra, tan alegre como lleno de ideas coloristas. Las estrechas coordenadas en las que se mueve la artista no le impiden salirse del guión y renovarse en cada instalación, presentando antes nuestros ojos un espectáculo inabarcable, intenso e inteligente.

Monique Bastiaans conoce a la perfección el terreno que pisa y expone su maestría centrándose en el lado más amable de las verdades eternas. No es de extrañar, por lo tanto, que una parte de su trabajo se oriente hacia la realización de intervenciones in situ que ella entiende siempre como homenaje al propio lugar. Y por ello, el Museo Vostell Malpartida se presumía como el lugar idóneo para ser intervenido y empapado de color y reflexión… porque la propuesta de Bastiaans esconde un poderoso mensaje ético, moral y conceptual bajo una apariencia frágil, lúdica y divertida. Y ahí radica justamente su grandeza. Su obra armónica logra enlazar con naturalidad lo grande y lo pequeño, lo poderoso y lo frágil, la relación íntima con el lugar y la dimensión universal. Es una obra entrañable de mensajes sinceros de una magnitud conmovedora que, siguiendo el ejemplo del maestro Wolf Vostell, nos abre los ojos y nos anima a crecer como seres humanos y a conducirnos frente a los obstáculos de la vida. Buen ejemplo de ello es su escultura participativa “Unicelulares en tiempos de crisis”, realizada con pasta de modelar y con las huellas de muchos voluntarios. Cada huella es distinta, y todas juntas configuran una unidad perfecta que se mira en el espejo de las formas orgánicas de la naturaleza. Y se diría más: incluso las huellas imperfectas o las menos ortodoxas tienen su lugar específico en esta gran obra que es también una historia de amistad global.

La obra de Monique Bastiaans es una anomalía ejemplar en el marco del arte de nuestro tiempo porque carece de artificios. Es la más pura esencia del ARTE y de la VIDA sin conservantes ni colorantes. Nos encontramos ante una propuesta natural, amable y sencilla. Pero es sobre todo esencial. La intervención titulada “Aspirar las brisas”, por ejemplo, rinde un homenaje al Club del Ajo formado por Vostell en los años ochenta y captura de un modo ejemplar la esencia del gran artista malpartideño-universal. Efectivamente, Monique ha sido capaz de de evocar al poderoso poeta del hormigón sin renunciar a su sello artístico, transmitiendo el apego que ambos sienten por el ajo, al que Vostell llegó a considerar el elixir de la vida.

José Antonio Agúndez García

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Bastiaans y Vostell, Vostell y Bastiaans.

Llegar al Museo Vostell Malpartida desde Cáceres tiene ese aire especial de los viajes que a veces surgen desde el ámbito cercano y doméstico, como cuando uno, caminando, deja de lado calles, bancos y edificios y se adentra en tierra de nadie, en las fronteras de la ciudad, donde la falta de civilización vuelve a recordarnos la textura natural del suelo en el que pisamos, el carácter salvaje e indómito de este planeta que habitamos.

Aquel día tocó salir de la redacción y ventilarse con el aire de los Barruecos, dejar la oficina geométrica y lógica e internarse en el mundo fluxus, esa atmósfera como de otro planeta creada en el antiguo lavadero de lanas. Ése era nuestro destino: Malpartida, el camino de tierra, un cielo de nubes obesas, una jornada desapacible y otoñal: 26 de octubre. El otoño. Y Monique Bastiaans, y cinco historias acuñadas por esta belga-valenciana que ocupa este espacio con devoción, respeto y loco fervor hacia Wolf Vostell.

El mundo se para un poco hablando con Monique: es fresca y original, lleva un jersey negro, pantalones de exploradora y unas divertidas zapatillas color rosa fuerte que es imposible dejar de mirar, se le ha corrido un poco la máscara de los ojos por la humedad y llega en pleno trajín de trabajo, en las horas previas de la inauguración de su exposición. Después se pondrá otra cosa, un vestido tal vez, pero cuando la conocemos parece una aguerrida obrera del arte. Es uno de esos casos en los que autor y obra están en conexión total, como esos hijos que se parecen tanto a los padres que resultaría imposible negar los vínculos sanguíneos.

Monique parece tenerlo claro: conoce su obra, sabe explicarla y lo hace tan bien que uno no se siente apabullado ante uno de esos discursos engolados de artista en su torre de marfil, sino arrastrado hacia su mundo lúdico y colorista, hacia su alegría vital y sus conceptos. El arte como juego, el arte como vida. Un arte de fácil comprensión pero también complejo y trascendente en su cercanía.

Bastiaans explica el título de la exposición: ‘Ha llegado a su destino’. Para ella el destino no es nada enorme ni misterioso, sino que son más bien las pequeñas cosas de la vida, las cotidianas, las alcanzables. Las que llegan. O a las que se llega. Hoy. Ni mañana ni pasado, ni tampoco ayer o antes de ayer. “Ha llegado a su destino”, canturrea el navegador del coche cada vez que localiza las coordenadas introducidas. La idea relaja mucho, le quita peso a las complicaciones de la vida, que a veces resulta enrevesada como un alambique. Llegar. Como cuando Vostell cayó en los Barruecos o cuando ella misma arribó a España.

Wolf Vostell y Monique Bastiaans, Monique Bastiaans y Wolf Vostell. 35 años después de la apertura de su museo en Malpartida de Cáceres esta artista establece un diálogo con el iniciador del arte fluxus. No hay palabras, sino guiños, una charla muda pero llena de entendimiento. Retoma algunos conceptos de Vostell para reverenciar al maestro. “Es todo un lujo estar aquí, creo que estamos bebiendo todavía de la fuente de los artistas fluxus”,cuenta eléctrica, llena de pasión. “Vostell es un millón de veces más grande que yo, pero tal vez lo que tengamos en común es que jugamos para crear obras”.

Luego, enseña sus obras. Sorpresas y adivinanzas. Chanzas y verdades tan palmarias que poco más hay que añadir. Una de las estancias del recinto está cuajada de plumas de gran tamaño que cuelgan del techo y flotan, haciendo alusión al concepto ‘vostelliano’ de batimiento o frotamiento. Se llama ‘Y ellos entendieron’. Explica que durante un tiempo tuvo unas plumas colgadas en el techo de su dormitorio. Desde la cama, jugaba a dirigirlas con la mente, y ellas obedecían. ‘Aspirar las brisas’ son unos enormes ajos metálicos que producen, gracias a un motor, una particular vibración. De ese roce también habló Vostell. Es, también, un homenaje al club del ajo que creó el artista alemán.
Fuera ya del museo, dos intervenciones más. Arte orgánico que provoca un cosquilleo, el placer de las cosas encantadoras. Ideas que entendemos o que como mínimo presentimos pero que no queremos racionalizar para que no se destruya el momento. ‘Cuántica para cuervos’ son una especie de líquenes fabricados con coladores que cubren una gran roca y que establecen “conversación” con unas delicadas sombrillas sonoras que componen la instalación ‘Primavera viral’. Entre la vegetación de los exteriores del museo esas campanillas parecen, en efecto, expandir la vida con su tintineo.

Y aún quedan cosas. «Los organismos unicelulares cooperan y se unen en tiempos difíciles», explica Bastiaans, que en sus obras alude, en ocasiones de una forma muy sutil, a conceptos científicos. Así llama a la obra interactiva de su muestra, que cuenta con la huella modelada en arcilla de los visitantes que quieran participar. Así, huella a huella, elemento a elemento, se construye algo, todos juntos, como una mano colectiva y atinada.

Antes de irnos, Monique posa ante la cámara de Lorenzo Cordero, que la retrata tal cual es, tal cual está, en plena faena, en plena naturaleza, envuelta en las brisas de los Barruecos y en trance, como una particular médium artística de Wolf Vostell. La carretera nos devuelve al Cáceres previsible, a la realidad de asfalto que ya nos sabemos. Y el museo de los Barruecos queda en su sitio con Monique dentro, como un reducto permanente de misterio y energía.

Cristina Núñez Nebreda

HOY, Diario de Extremadura, 27–11–2011

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ETERNA NOVEDAD
Hazla nueva
(Ezra Pound)

Esta críptica máxima: hazla nueva, del poeta inglés vinculado al Vorticismo (movimiento artístico británico originado antes de la I Guerra Mundial) encerraba el imperativo que para él debía cumplir la modernidad: renovar la tradición. Con la certera concentración propia de la poesía, Pound resuelve como nadie, en un aparente juego de paradojas, una profunda dialéctica que generalmente se ha entendido como una vulgar lucha de antagonistas: modernidad versus tradición.

Sin duda, esta frase bien pudiera servir de eficaz subtítulo de la magnífica muestra Replay que la artista Monique Bastiaans ha pensado, planificado y expuesto en las diferentes salas del MUBAM dentro del programa Asincronías impulsado por la Consejería de Cultura y Turismo de la región de Murcia.

Vaya por delante mi felicitación por esta iniciativa que ataca frontalmente el que suele ser uno de los problemas estructurales de los museos. Theodor Adorno (reputado filósofo adscrito a la denominada Escuela de Frankfurt) estableció un agudo paralelismo entre museo y mausoleo. Con el tiempo, el “contenedor” museo se acababa convirtiendo en un sarcófago más pesado y visible que las propias obras. Conscientes de ese peligro, son muchos y variados los intentos de actualizar los “programas museográficos” que sean capaces vivificar y actualizar las piezas que forman parte de sus fondos. Desde esta perspectiva, considero un acierto el enfoque adoptado para este pequeño pero interesante museo.

Hace años que sigo con atención la trayectoria de Monique Bastiaans. Siempre me ha interesado la naturaleza –fundamentalmente vegetal- en tanto que foco de interés de numerosos artistas, y muy especialmente he seguido el trabajo de creadores contemporáneos en los que su presencia es muy evidente. También me ha atraído esa otra acepción de naturaleza, cuando la aplicamos a algo en concreto, como aquello que mejor define su propia esencia. En los trabajos de Bastiaans se entrecruzan múltiples hilos conductores (como las redes y marañas recurrentes en algunas de sus piezas) que nos atrapan irremisiblemente.: unos son de carácter más estructural –especialmente vinculados con su facilidad para la Instalación-, otros ofrecen lecturas más temáticas –lo femenino, la fertilidad, lo decorativo, la objetualidad y el fetichismo, lo doméstico y lo efímero- todo articulado por un singular sentido del humor y una enorme capacidad para adaptarse a los contextos expositivos. El diálogo que establece entre sus obras y su entorno encuentra su correlato en la fértil interacción que a buen seguro ha sabido establecer con los espectadores que hayan visitado este museo que ha visto renovada su configuración tradicional.

Monique Bastiaans ha conseguido vertebrar de un modo tan personal como transferible (a los espectadores) sus particulares obsesiones creativas -que constituyen el nudo gordiano de su poética personal- con las piezas antiguas del museo. Feliz intervención que ha transformado las distintas salas y espacios en los que ha intervenido en auténticas “instalaciones” Site-specific, nunca mejor dicho.

Tal y como entendemos hoy en día la Instalación en el ámbito artístico, se diferencia bastante de su sentido más común y extendido. Proveniente del verbo inglés to install, literalmente instalar, su significado estaría entre los nuestros de colocación o montaje. Sin embargo, usamos la palabra instalación para referirnos a unas manifestaciones artísticas que rehúyen de los valores inherentes al objeto artístico para potenciar el valor de las relaciones existentes entre unos elementos determinados y las interacciones entre ellos y un contexto concreto. En cualquier caso, nadie puede negar que el espacio y el tiempo constituyen también “materiales” para la creación artístico-plástica.

La deriva hacia la ocupación de espacios inicialmente extra artísticos, la activación del concepto de lugar, por no decir del de contexto, la relectura que implica de la obra de arte en tanto que objeto, no sólo nos remiten una y otra vez a la revisión de la noción disciplinar del arte, sino también a ese persistente –e intermitente- anhelo de hombres y artistas de fusionar arte y vida. Al ampliar su área de trabajo desde el taller a otros espacios ajenos, sean exteriores o, como en el caso que hora nos ocupa, un lugar público y cerrado, el artista extiende su área de influencia del círculo privado de coleccionistas y especialistas a la esfera pública que secularmente había detentado.

Uno de los grandes intentos de la modernidad, de las vanguardias históricas, ha sido establecer puntos de contacto, de identificación entre el espacio estético del lo artístico y el espacio social del mundo. Elitismo frente a populismo, Alta frente a baja cultura, vanguardia frente a Kitsch, expresión individual frente a comunicación de masas… son algunas de las dialécticas que han aderezado el devenir de las artes en el siglo recién clausurado.

El cubismo (el principio collage), el Futurismo (la búsqueda de nuevos materiales y técnicas, la implicación interdisciplinar y vital), el Dadaísmo (el ready-made, la identificación entre objeto industrial y obra de arte), el Constructivismo (las construcciones Proun –el uso escultórico del espacio), la Bauhaus (la unidad entre arte y técnica, la integración entre diferentes disciplinas en la arquitectura) fueron abriendo puertas a una concepción del arte que no dejaba de tender puentes hacia la realidad circundante.

Tres conceptos entiendo que son fundamentales para entender el trasfondo estructural que sostiene la propuesta creativa de Monique Bastiaans:

1-Interdisciplinariedad
2- Interacción
3- Integración

Sus trabajos no se ciñen a una disciplina estricta, de hecho la conjunción de elementos y recursos diversos ha sido un elemento recurrente en su poética. Y no sólo por compaginar diferentes disciplinas…, por realizar incursiones por territorios limítrofes con la escenografía (como en la biblioteca, tras la puerta de Mari Chávez), ni tampoco por el hecho de combinar materiales y técnicas dispares (lo que afecta en primera instancia a la construcción del objeto como entidad autónoma), sino también por investigar denodadamente en ese fértil frente existente entre objeto y contexto.

Para revisar estos conceptos fundamentales de interdisciplinariedad, interacción e integración, realizaremos un sucinto análisis en que anotaremos siquiera una serie de desplazamientos que consideramos significativos no sólo de esta apuesta expositiva, sino también de otras transformaciones más amplias de nuestra cultura contemporánea. Del objeto al contexto, del artista al espectador, de la racional a lo sensorial, de lo privado a lo público, de la unidad a la diversidad… resumen procesos muy presentes que bien pueden aportar alguna luz sobre esa espectacularización de lo social tan característica del tiempo en que vivimos.

1.Interdisciplinariedad
Pocas veces valoramos la necesidad imperiosa de contextualizar las cosas para entenderlas un poco mejor. Por el contrario, poseemos una inclinación congénita a generalizar hasta extremos absolutos partiendo de hechos, o peor, de impresiones tan particulares como parciales. Establecemos de ese modo una relación injusta entre la parte y el todo, descalificando, las más de las veces, la totalidad por la parte.

Conscientes de la complejidad y la diversidad de la realidad siempre cambiante, numerosos artistas, entre los que se inscribe Monique Bastiaans, han hecho de la abolición de géneros, estilos disciplinas y lenguajes su pauta normal de actuación, y de la síntesis de lo dispar, lo distante y lo opuesto su no-sistema vital de expresión artística. Cuando se trabaja de este modo, la diversidad se perfila como inevitable herramienta de trabajo. El desplazamiento hacia la presencia objetual consti­tuye uno de los procesos más significativos de estos últimos años.

Precisamente esa autonomía real (objetos tridimensionales) es la que permite una amplia libertad de movimientos a la hora de abordar el problema objeto-contexto, sin las limitaciones de la representación, que exige un escenario específico, una distancia adecuada y un punto de vista único para una óptima visualización.

Si la autonomía del objeto posibilita su ubicación múltiple, la instalación concreta en un contexto determinado es la que fija las infinitas permutaciones, limitándolas a muy pocas soluciones efectivas, cuando no exigiendo una única respuesta.

Ese recurso a la objetualidad constituye uno de los mecanismos más eficaces (y quizás una de las necesidades más imperiosas) que el artista de hoy tiene para anclar con seguridad su obra ante una situación marcada por la fugacidad, la inestabilidad, la relatividad. Al establecer unas relaciones directas que se extienden desde la obra hasta el espacio que la alberga, y desde éstos al espectador, el artista establece unos vínculos objetivos.

En estas instalaciones, intervenciones… (elijan la definición que prefieran, que seguro no se ajusta por completo a lo que realmente son y suponen) Monique Bastiaans opta con atinada decisión por un tipo de creatividad que se proyecta más allá de la relación cerrada obra/objeto. Integración que deriva hacia un concepto relacionado con la importancia del contexto donde el papel del espacio/tiempo (variación, secuencialización) y del espectador (el recorrido) son fundamentales.

2.Interacción
Es un lugar común que vivimos en un mundo que se nos presenta cada vez más fluido y fragmentario y que percibimos como una gran representación caleidoscópica. Nuestra relación con el mundo es una relación interactiva. A un estímulo sucede una determinada respuesta. Hoy en día, ha aparecido una generación de objetos que actúan de manera dinámica con los sujetos, manteniendo con ellos una especie de diálogo que dinamita la antigua distinción entre respuesta activa (sólo aplicable a los seres vivos) y respuesta pasiva (propia de los objetos). Lo que caracteriza esta nueva familia de objetos es poseer la capacidad de modificar sus comportamientos en función de ciertas variables externas.

Esta derivación no se limita a la siempre necesaria presencia del espectador para que se produzca el hecho artístico. Algo habitual para que adquiera todo su sentido la relación entre autor y obra, lo que ha facilitado durante décadas la asimilación con el fenómeno comunicativo –la clásica trilogía conformada por el emisor, el mensaje y el receptor.

En este tipo de trabajos, además se requiere la participación activa del espectador quien con su desplazamiento, con su movimiento, con sus interferencias, hacen cada momento. Esta actuación del espectador también genera interacciones que arrojan alguna luz sobre la complejidad envolvente de estas manifestaciones artísticas.

Por otra parte, en numerosos casos, los artistas que utilizan la instalación, ahondan en determinados aspectos que inciden en un comportamiento dinámico del espectador. Dinamismo vinculado a la noción –y al hecho físico- del recorrido.

3.Integración
La integración, entendida como la relación de partes para conformar la totalidad, se sitúa en la base de un complejo entramado en el que se funden las particulares obsesiones de esta artista. Integración de las diferentes disciplinas marcada por esa alternancia discursiva que se sintetiza en la fusión/oposición entre la solidez física de lo objetual tridimensional, la cambiante bidimensionalidad de la imagen audiovisual, la acción efímera, el aroma evanescente… Realidades diversas, mundos aparentemente distantes que confluyen en ese singular microcosmos que es el universo íntimo y público de esta creadora.

A diferencia de posiciones contextuales en las que el punto de partida previo son los condicionantes externos, algunas veces se llega a una integración eficaz con el en­torno desde una postura profundamente inmersa en el objeto, pero también conscientemente conectada con elementos significativos de nuestro alrededor. Se amplía la indi­sociable unidad de la obra de arte que, sin disolverse, se completa en una integri­dad espacial y conceptual.

Las estrechas vinculaciones existentes entre el ser humano y su espacio vivencial resultan sintomáticas de la profunda identificación que nace del inevitable ser en el espacio, estructura básica a la que no podemos sustraernos, y de la importancia del contexto, coyuntura mutable que termina igualmente por condicionarnos

Epílogo. Los límites del arte: un arte de los límites
El arte, por definición, siempre se sitúa en el límite. De lo establecido, de lo convencional, de lo esperable, de lo políticamente correcto, de las modas, de los gustos, de lo racional, de lo objetivo, de lo explicable, de lo decible. Esos límites lejos de constituir barreras lineales claramente establecidas son virtuales fronteras abiertas a una vasta área; ese territorio de nadie donde nacen las más diversas formas artísticas.

Reales o imaginarios, evidentes o invisibles, los límites separan instancias que se diferencian una de otra en base precisamente a la existencia de los primeros. O viceversa, también puede ser que por ser instancias diferentes, terminan por definirse esos limites externos. En cualquier caso, es habitual que aludiendo concretamente al límite estemos haciendo referencia a la totalidad de lo que encierra. Una de las mayores virtudes del arte, sin lugar a dudas, es su capacidad infinita por transgredir los límites, para conectar lo que no parece relacionable. Y hacernos disfrutar y reflexionar.

Todo está relacionado con todo lo demás. Este complejo sándwich de sentidos, de lecturas, de interpretaciones, no es sino un correlato de ese sólido juego de asociaciones. La disparidad de técnicas y procedimientos contribuyen a singularizar una poética propia. Alejándose de posturas monolíticas, y de los lenguajes plásticos dominantes. Monique Bastiaans construye con sensibilidad, sentido del humor y diversidad, un eficaz entramado que funciona como un correlato de ese contexto más amplio de índole sociocultural.

Uno de los rasgos menos discutibles de las artes visuales -de las obras plásticas en tanto que realidades concretas- es su capacidad polisémica. Abanico de significados posibles que aumenta en progresión geométrica si atendemos al punto de vista concreto de cada espectador. Esta versatilidad interpretativa probablemente reside -entre otros factores- en la inagotable capacidad metafórica (de establecer comparaciones tácitas). El aserto vale más una imagen que mil palabras se basa precisamente en ese poder de convicción de la imagen transformada en evidencia. Poder de convicción ligado a esa inusitada facilidad para establecer comparaciones, para poner en relación no sólo la obra con uno mismo y con otros segundos términos, sino también y finalmente, con el espectador.

No existe arte más eficaz que aquel capaz de establecer relaciones de complicidad con terceras personas partiendo de la obra como núcleo central que irradia sus tentáculos en todas direcciones. Si no hay un punto de anclaje es imposible que la obra salte al abordaje efectivo del espectador. Los condicionantes vitales, los planteamientos vivenciales y estéticos, la relectura actualizada del pasado, el cuestionamiento crítico del presente

Hemos recorrido las salas, ha transcurrido el tiempo. Las cosas son las mismas y distintas. El MUBAM ya no será el mismo museo aunque muchos no lo sepan. Monique Bastiaans seguro que esta embarcada en una nueva aventura, preparando un nuevo proyecto distinto.

¿Heráclito o Parménides? Ezra Pound. La respuesta está en el viento, desde principios del siglo XX, antes de Bob Dylan, repitiendo a todo el que tenga oídos para oír y sepa escuchar: hazla nueva.

Juan Bta.Peiró
marzo de 2010

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Cuando todo es nada.

La idea de “orden” sirve como eje alrededor del que se organiza y construye la ciudad y su espacio público, si bien es un criterio sujeto irremediablemente a parámetros de subjetividad. No es igual, por ejemplo, el orden propio de la naturaleza que el aplicado por los arquitectos minimalistas. También nuestro amor por el orden tiene ciertos límites?, como podemos reconocer al ver un edificio de oficinas de varios pisos cuyas ventanas consisten en un recuadro idéntico de vidrio reflectante encerrado en un marco idéntico de aluminio, cuyos pisos se parecen los unos a los otros, donde las distinciones evidentes entre izquierda y derecha o anterior y posterior quedan diluidas. Más que despertar admiración por la evidencia de su naturaleza ordenada, un edificio así, como una caja, tal vez suscite sentimientos de laxitud o irritación. Su presencia es posible que nos haga olvidar el esfuerzo que supuso sacar orden del caos y, en vez de elogiar el edificio por su regularidad, puede que lo condenemos por su tedio.
Según Stendhal la belleza es una promesa de felicidad, pero la noción de lo que es bello cambia de acuerdo con la época, las circunstancias culturales y el carácter de cada sociedad o territorio. En ese trayecto hacia la belleza, como representación icónica de la felicidad a la que aspira el ser humano, encontramos todo un catálogo de excesos y carencias que dejan su huella en el tiempo como signo que nos traslada las múltiples maneras de comprender esa necesidad. Bajo la premisa de la belleza como estímulo que actúa de acicate de la felicidad, habríamos de analizar si el concepto escultórico y espectacular con el que los gobernantes de hoy –y de siempre- monumentalizan el espacio público va encaminado en esa dirección o si su pretensión está más relacionada con imponer sobre el individuo una presencia preponderante, de superioridad, que le recuerde su insignificancia en la enorme maya del tablero sobre el que los poderosos mueven sus fichas. El sistema ha recurrido al empleo de la representación simbólica de su poder de un modo tal que casi no es necesario que ejerza funciones de censor, ya cada individuo sabe cual es el límite al que atenerse y, automáticamente, aplica la autocensura como forma de relación pública. Podríamos adentrarnos también en los procesos con los que el sistema productivo ha sabido sacar rentabilidad a ese deseo inherente de “más belleza” para convencer a las masas, e incitarnos a cada uno de nosotros, abocándonos a décadas de consumo que ahora, en la situación presente, han de ser analizadas y repensadas.
Monique Bastiaans ha sabido, especialmente mediante sus trabajos de intervención en el espacio público, trasladar al espectador interrogantes acerca del entorno que habita. Sus obras parten de la pretensión de introducir elementos lúdicos en paisajes cotidianos, tanto rurales como urbanos, creando a la vez una relación tan intensa que los mimetiza. Conjuga cuerpos extraños, crea uniones imposibles que se resuelven con éxito ante la mirada incrédula del transeúnte. Habitualmente sus intervenciones tienen un carácter efímero –bien en la orilla misma de una playa, en el centro de una gran ciudad o en un solitario campo de cultivo- pero en esta ocasión, en Carlet, ha proyectado con voluntad de permanencia. Siguiendo el desarrollo lógico de la pieza central de su reciente exposición en la Sala Parpalló de Valencia y un vídeo creado para el Museo de Bellas Artes de Murcia, que toman como referencia la floración del musgo, Bastiaans genera una llamada de atención sobre lo insignificante, lo que nos pasa inadvertido, a la vez que parece querer recordarnos la necesidad de alegrar el día a día a partir de los estímulos de lo sencillo.
En cuanto los bienes que dan realce a la vida inician su desplazamiento desde el reino de lo no monetario al reino del mercado de bienes de consumo, no hay quien los pare. El movimiento tiende a crear su propia inercia y deviene propulsado y acelerado por él mismo, limitando cada vez más los bienes que, por su naturaleza, sólo pueden producirse de forma personal y sólo florecen tras el establecimiento de unas relaciones humanas intensas e íntimas. Cuanto más difícil es ofrecer a los demás este tipo de bienes, los que el dinero no puede comprar, o cuanto más escasea la voluntad de colaborar con otros en su producción (una voluntad de cooperación que a menudo se considera el producto más satisfactorio que se puede ofrecer), más profundos son los sentimientos de culpa e infelicidad resultantes?. El deseo de redimir y expiar esta culpa empuja al sujeto a buscar en el mercado productos cada vez más caros para sustituir lo que ya no puede ofrecer a las personas con las que vive, y a pasar más horas lejos de ellos para ganar más dinero. Parece, pues, que el crecimiento del “producto interior bruto” es un índice que debiera considerarse inversamente para medir el índice de la felicidad.
Ojala estos ramitos “cultivados” por Monique Bastiaans en Carlet, Apio para el pueblo, sirvan para recordarnos, en el tránsito acelerado de lo diario, el valor indiscutible de la vida, el placer de compartirla con quienes tenemos cerca y el cuidado en nuestra acciones y omisiones por las repercusiones ambientales sobre quienes nos quedan lejos geográfica y temporalmente.

José Luis Pérez Pont 2009

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Monique Bastiaans: grata convivencia con la naturaleza

Escapando de la bulliciosa ciudad, dejando atrás los bloques de cemento que dan cobijo a los ciudadanos, esos organismos complejos que somos, alejándonos de todo aquello que pretende complacernos, salimos con la firme idea de establecer contacto con la naturaleza y encontrar en ella un aspecto más humano de nosotros mismos. En definitiva la naturaleza nos reconforta, creemos y hasta aseguramos que en ella el aire es más liviano, con un poco de suerte verificamos eso, pero para ello es preciso adentrarnos en el lugar que menos intervención tenga de la no siempre amable “mano del hombre”. Seguimos la búsqueda de algún paraje libre de materiales que resulten aberrantes al entorno y esto, aunque cuesta, al final es posible.

Al rodearnos solo de naturaleza y sorber su esencia más pura, determinada por nuestra particular percepción, es posible que nos reconozcamos como uno más de los organismos que nos rodean. Inmersos en un ambiente de estas características es propicio hablar de la intervenciones que Monique Bastiaans hace en la naturaleza. Su obra tiene un halo respetuoso y no menos espectacular que la del propio entorno.

Hay presencia humana que irrumpe de forma violenta en la naturaleza, la intervención de Monique Bastiaans, por el contrario, se presenta como un tributo al propio lugar, su imaginación parece saciarse de la belleza de la botánica, la biología y también de la vida animal. Sus propuestas son un ingenio de impulso natural, teniendo como testigos los ojos de los otros seres que habitan los matorrales, los árboles y también de los espectadores que pretendemos adentrarnos en la naturaleza. Ella establece un diálogo entre todo aquel organismo animal que por ahí circula, la artista se vale de resinas, elementos de plástico, hinchados y deshinchados y un gran sinfín de materiales para participar con su obra en el entorno.

La magnitud de la belleza en la naturaleza es desmedida, la admiración del hombre igualmente es ilimitada, lo interesante de la relación arte-naturaleza es apreciarlo en el lugar mismo al que se hace referencia. Existe un lugar llamado Xilitla, en la Sierra Gorda, que es la reserva de mayor diversidad natural de México, en donde Edward James construyó un jardín surrealista en medio del Bosque Tropical en 1955. El resultado es sorprendente, aunque el conjunto arquitectónico pretendió imitar la vegetación, lo que consiguió con ello fue un abrupto contraste con el entorno. Cuando el arte convive con el mundo salvaje nos invita a reflexionar sobre las intensiones del hombre por dejar su obra en un espacio que antes era ocupado por cualquier otro organismo viviente.

Las intervenciones de Monique Bastiaans, en la naturaleza y en entornos menos silvestres, son una suerte de imaginación, un divertimento. La frescura de su obra denota el interés por la investigación de materiales, lo suyo es un trabajo serio en la experimentación plástica, sin embargo también percibimos un juego socarrón. Las intervenciones de Monique Bastiaans son efímeras, brinda el juego en un momento dado, para después dejar intacta y viva a su mayor musa: la naturaleza.

Federico Méndez H. 2009

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Cuando Paul Valéry afirma: “mis versos tienen el sentido que se les quiere prestar” incide, directamente, en la relación entre el artista, la obra de arte y el espectador o receptor de la misma. Un complejo sistema de relaciones que hacen del arte uno de los medios más creativos, innovadores e ingeniosos que conocemos. En este sentido, la obra de Monique Bastiaans denota una clara intención de comunicar y un sincero compromiso social. Un trabajo que se caracteriza, a priori, por su exquisitez formal y sobre todo por el uso de técnicas y materiales que le mantienen en primera línea de vanguardia, entendiendo como vanguardia la posibilidad que tiene un artista de estar continuamente reinventándose. El empleo de tejidos, plásticos, siliconas, hacen que Monique Bastiaans esté en una continua búsqueda de soluciones técnicas, formales y estéticas. La referencia matérica es una constante, es obvio, pero quizás lo más interesante de su trabajo es su adecuación al medio o espacio. Es una artista con una gran capacidad para ubicar obra y entorno. Los criterios de adecuación recuerdan a muchas de las propuestas site specific de los sesenta, aquellas destinadas a funcionar en un entorno ambiental o social determinado. Otra de sus particularidades es la influencia del pop art en lo que respecta al empleo de técnicas como la seriación o repetición, el intenso colorido y uso de elementos cotidianos de la vida contemporánea como flotadores, globos o pelotas, hacen que beba constantemente de la cultura popular. No obstante, llama la atención que esos elementos de uso habitual que integra en su obra adquieren una lectura completamente diferente cuando se insertan en un entorno concreto con una finalidad desemejante.

En los años sesenta, durante el apogeo del minimal art, había una máxima que lo describía como el mayor orden con el mínimo número de elementos, lo que daba al minimal un procedimiento, una forma de hacerse fácilmente reconocible. La seriación, la acumulación ordenada y sobre todo la reducción a formas geométricas muy definidas sentaron las bases de parte de la nueva escultura contemporánea que Wolheim definió en 1965 como minimal art, un estado mínimo de orden y complejidad. Módulo como sistema de repetición con carácter metódico que en las propuestas de Monique Bastiaans va más allá de un orden reducido a simples permutaciones, son construcciones más orgánicas, de crecimiento ordenado pero aleatorio, que en muchas ocasiones, recuerdan al crecimiento celular. También hay un interés por abandonar el excluyente sistema de disciplinas derivado del gran arte. Monique Bastiaans es una artista muy singular cuyas obras van más allá del marco del estudio o la galería. Al igual que otros muchos artistas que trabajan la instalación o el arte público tiene esa capacidad de adaptación y sobre todo de sacar el mayor partido de los medios y fines de los que dispone. Como decía Kaprow, en relación a la supuesta superación de los géneros establecidos, “la nueva dirección fructífera a tomar, es hacia aquellas áreas del mundo cotidiano que son menos abstractas, menos similares a un cajón, tales como los exteriores, el cruce de una calle, una fábrica o las orillas del mar”. Lugares donde Monique Bastiaans expresa con mayor plenitud sus deseos, sus pensamientos, sus críticas. Como en los environment de los sesenta hace una apropiación creativa de las dimensiones reales del espacio configurándolo como un nuevo medio visual. Lugares no convencionales de exposición, lugares ocupados, vividos, donde se instala un tipo de obra de características morfológicas que le dan un aspecto más vivo y menos objetual. Su interés por el mundo tecnológico y sus incursiones en el arte cinético dan como resultado un trabajo de referencias eclécticas no en un sentido peyorativo sino más bien como un conjunto de connotaciones que lo hacen más completo.

La obra de la artista holandesa afincada en Valencia, Monique Bastiaans no se ajusta a los cánones de ningún movimiento o tendencia concreta. No obstante, si se mira con carácter revisionista toda su producción, se observa que hay ciertas similitudes que hacen que su producción esté perfectamente conjuntada a la vez que en continua evolución sin encajar en ningún caso con un género establecido. Sus incursiones en el arte y naturaleza le han convertido en una artista de referencia en este tipo de propuestas. A mi juicio, su obra más representativa es una intervención en los campos de Ribarroja titulada Adeu Tristesa, donde transformó un campo de naranjos ya muertos en un colorido tapiz que devolvía la alegría al entorno. Es, sin duda, una intervención en la que se agrupan la mayoría de características que hemos ido definiendo en torno a su obra, pero es en esta exposición en la Sala Lametro de Valencia donde se puede ver con absoluta claridad su singular forma de interpretar un lugar que no es sencillo de intervenir debido, en gran medida, a que está más proyectado al exterior que al interior. El hecho de ofrecer una cristalera que a modo de escaparate vislumbra lo que en su interior se expone hace del espectador un visitante casual que en su tránsito cotidiano tiene un punto de vista muy efímero a la vez que contundente del espacio. Monique Bastiaans es consciente de esta circunstancia y supedita esta instalación a este hecho y convierte la sala en un enorme acuario que se puede aprehender en una rápida mirada desde el exterior y saborear en su plenitud cuando se accede a su interior. A través de la acumulación de elementos consigue que, en muchas de sus obras, al alto grado de minuciosidad y sensibilidad se le añada otro atributo siempre presente, la espectacularidad y su impacto visual.

A modo de conclusión, destacar su respetuosidad con el medio, su consciencia social, sus fuertes convicciones de compromiso y sobre todo la gran capacidad de adaptación de su trabajo a los discursos previos que muchas veces son el motor de la mayoría de iniciativas cuando hablamos de arte efímero. Monique Bastiaans, es una de las más significativas aportaciones al arte contemporáneo de los últimos años. Está presente en la mayoría de discursos y eventos artísticos nacionales e internaciones. Tiene trabajos muy variados, de claro contenido feminista, de denuncia social, de recuperación de la memoria, de especial sensibilidad con el entorno con numerosas incursiones en la naturaleza y también en el ámbito público. En definitiva, una artista con una gran capacidad para adaptar su trabajo a un gran número de discursos artísticos, sociales e incluso políticos. Un medio, la instalación con nuevos materiales, que se configura a través de nuevos retos en cada nueva obra. Pero es esta capacidad de emprender discursos variados manteniendo una serie de referencias estéticas el que hace que sus obras sean fácilmente reconocibles. Aunque en apariencia y en una primera lectura pueden parecer abrumadoramente estéticas y un tanto objetuales, Monique Bastiaans es una artista que nos aporta multitud de experiencias diversas, un indicativo de que sus criterios condicionales se ajustan, con exquisita fidelidad, a los argumentos que configuran la obra definitiva.

Toni Calderón, 2008

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Sobre Tentaciones y Peligros, y la insignificancia del Hombre.

Un mes antes de la inauguración de ”Plaisir de Fleurir” en la Sala Parpalló, Monique Bastiaans expuso en Nagano. Allí encontró en contacto con Shinto religión originaria de Japón, que se caracteriza por venerar la naturaleza en todos sus formas. Fue como una espiritual vuelta a casa en un mundo que fácilmente podría haber sido el suyo. Desde el principio de su carrera artística, uno de los temas centrales de sus obras ha sido el amor y respeto por la naturaleza. Su viaje a Japón confirmó su planteamiento e inspiró sus obras con renovada fuerza.
Hace 20 años, Monique Bastiaans -nacida en Mons (Bélgica) en 1954 y criada en los Países Bajos- llegó por casualidad Chiva, un pueblo cercano a Valencia en el que ha vivido hasta la fecha. Durante estos años ha ido dejando su huella en Valencia con la discreción que tanto le caracteriza. Si saber su nombre, no hay un solo valenciano que no conozca su obra. A principios de este año, decoró la estación de metro de Colón con objetos que recordaban organismos vivos de las profundidades de los océanos.
Mediante el efecto causado por los paneles divisorios de cristal, los viajeros se sentían como en un acuario tropical. El mundo imaginario de Monique Bastiaans compensaba el realismo del Oceanográfico de Valencia, lugar turístico que nunca visitó.
La primera vez que la ciudad de Valencia conoció su trabajo fue con la creación de
”Red + Azul” en 1994. Sobre el fondo azulado del edificio de la fábrica de Cross en ruinas, colocó unas estructuras de madera en forma de abanico y unidas con goma. Muchos valencianos recordarán la red de traslúcidos flotadores que colgó sobre la plaza del Mercado en 2001. Ese mismo año realizó otra obra más sutil, titulada ”Dulce cielo, Séptimo hogar”, en el que mediante redes de pesca de nylon extendidas sobre la calle de la Reina logró capturar la plateada luz solar y su continuo cambio de formas y matices dependiendo del viento. Desde la llegada de Monique Bastiaans, los valencianos ven su ciudad con luz diferente. Pese a que expone en el extranjero con bastante frecuencia, sus proyectos artísticos realizados en sus queridísimos paisajes castellanos son los que crean mayores sensaciones. Entre estos se encuentra ”Medusea”, las trece medusas gigantescas de poliéster que deja caer en el oleaje de la playa de las Arenas en 1996, como mensajeras mitológicas de las profundidades del océano. También podemos hablar de monumental ”Adeu Tristesa” realizado en el año 2000; en esta obra la artista envuelve 270 naranjos muertos en telas rojas, rindiendo homenaje a los millones de enfermos de SIDA. Una y otra vez, Monique Bastiaans nos recuerda el poder reconfortante de la naturaleza, fuente inagotable de vida e inspiración. Hasta la naturaleza muerta, como estos naranjos que sucumbieron a una enfermedad infecciosa, rebosa una innegable belleza y vitalidad.
Lo que parece que artista intenta decirnos es, si Dios existe, no se comunica con nosotros a través de los libros, sino mediante su obra creadora: la naturaleza. Esta actitud es muy comprensible si tenemos en cuenta que creció en el país de Spinoza, filósofo racionalista del siglo XVII que compara a Dios con la naturaleza: ”Deus sive Natura”. Del mismo modo, Shinto, la antigua religión japonesa que Bastiaans conoció recientemente, se basa, como todos las religiones animistas, en la misma idea.
La obra de Monique Bastiaans no da lugar a manifiestos, tratados ni a interpretaciones religiosas. Sin embargo, ”Plaisir de Fleurir” es un reflejo inconfundible del lugar para el que fue creado: un antiguo claustro del Real Monasterio de la Trinidad, el más antiguo convento de Valencia (1445). En su claustro con forma de túnel de 35 metros de largo por 7 metros de ancho, la artista creado un sendero espiritual en el que (a excepción del gusto), pueden experimentarse todos los sentidos.
El sendero serpentea a través de un jardín mítico del siglo XXI que se abre tras una cortina rememorando los templos clásicos. Un jardín mítico debe incluir- y las monjas del convento adyacente pueden confirmarlo- a las primeras personas de la historia de la creación; y por ello en, en la obra de Bastiaans, Adán está representado mediante un gran aro rosa con un pistilo móvil en color amarillo amarillo, mientras que la figura de Eva recuerda un vestido a motas con vuelo aireado desde abajo como en la famosa escena del Marilyn Monroe en la película de ”La Tentación Vive Arriba”. En estas imágenes, tan poéticas como explícitas, las tentaciones celestiales, así como los riesgos que estas conllevan, caminan de la mano. ”Plaisir de Fleurir” es algo más que una adaptación contemporánea de un jardín de la mitología clásica, es un diálogo con el monasterio adyacente de la Trinidad. Debido a sus votos de clausura, las religiosas del convento deben vivir aislados del mundo exterior, por lo que el jardín del convento es un lugar desconocido para el público. Así pues Bastiaans extiende su mano desde el otro lado del muro, dejando ver las puertas de la Sala Parpalló, las cuales han estado cubiertas por paneles durante las exposiciones anteriores. Es como si la artista estuviese tratando de decir: ¡ Mostrad que las puertas están allí, utilizadlas ! Al mismo tiempo, las figuras transparentes del jardín observan con anhelo las ventanas de alabastro, esas maravillosas piedras veteadas que dejan pasar la luz y que comunican el claustro con el jardín prohibido que crece detrás de ellas.

En el corazón de ”Plaisir de Fleurir” puede apreciarse el paralelo con el jardín prohibido del monasterio: el pozo. En la obra de Bastiaans, el pozo también ofrece una visión del alma, pero no sin obstáculos. Al acercarte, las estructuras que le rodean se mueven, al igual que los árboles con grandes frutos de un rojo intenso (¿frutos prohibidos o frutos de inmortalidad ?), pero antes de que te des que te des cuenta, ¡ el reflejo en el pozo desaparece ! Y eso es lo que ocurre cuando uno trata de examinar su alma, se nos revelan algunas cosas, pero no se aprende mucho de ellas. Más adelante, dos árboles con flores con forma de trompeta indicando el final del camino, donde una gran flor azul y rosa con forma de chimenea observa de forma tentadora. El final del jardín es el comienzo de un túnel cuyo final no alcanzamos a ver.
”Plaisir de Fleurir” le ha dado a Valencia – la ciudad de los jardines escondidos y de las ventanas de alabastro – un contemporáneo jardín escultural que combinan mitos antiguos y nuevos. Monique Bastiaans es una escultora ”par excellence”, pero como es habitual en su obra, rechaza los materiales tradicionales como la piedra y la arcilla, demostrando que las estructuras de nylon, látex y cera de parafina también tienen alma, siempre que tengan algo que transmitir y que algo debe ser el producto de tu propia imaginación.
Al igual que en las medusas de poliester de ”Medusea” y que en los naranjos muertos cubiertos por telas de” Adeu Tristesa”, ”Plaisir de Fleurir” revela, de un modo orgánico y desenfadado, la belleza y la crueldad, las tentaciones y los peligros de nuestro mundo, así como la insignificancia del hombre al respeto.
Y tal como esperábamos de Monique Bastiaans, esta artista trabaja con gran respeto y devoción, actitudes que, muy probablemente, también aplaudirán las religiosas del monasterio de la Trinidad.

Wido Smeets 2007

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Plaisir de Fleurir de MONIQUE BASTIAANS

Desmitificaciones contemporáneas en torno al “Locus Amoneus”.
Por Rosa Ulpiano

Para la filosofía platónica, la idea de la naturaleza basada en la teoría del designio, correspondía todo a una ordenación y propósito de la naturaleza contemplada por el artista, era una reproducción de segundo orden de conocimiento, alejándose de premisas como lo existente e invisible.1 Carga metafísica que evolucionaría en el tiempo hacia un andamiaje físico, una construcción cultural, tratada por diferentes artistas desde una apreciación estética, en que la naturaleza era un complemento escenográfico donde aparecía el hombre, valor secundario visto a través de una visión antropocéntrica, un orden sometido por la mirada del artista. No obstante, será ya a partir del siglo XIX cuando aquella carga metafísica clásica desembocaría en una entidad superior, en un medio donde el ser humano ocuparía desde entonces un lugar en el cosmos y cuya intervención en el medio, reconstruirá con anhelo un recuerdo de paisajes que existieron.
Paisajes que han sido degradados, en su mayoría por la intervención humana, y que a través de una proyección estética son ahora transformados por la particular visión del creador. Unas veces por mediación de la pintura o la escultura y otras por el uso de los nuevos mass media o por su legitimación a través de la intervención paisajística o Land Art transformándolos en espacios seductores. Pero, no se trataría de un intento de salvación o mejora a través de la vuelta al origen, sino más bien de un enmascaramiento estético del paisaje agredido, ya sea urbano o rural dotándolo así de un nuevo aspecto a través del artificio plástico y conceptual. En este sentido Monique Bastiaans, a lo largo de toda su trayectoria artística interviene diversidad de espacios En el 2002 instala grandes telas rojas sobre 270 naranjos muertos, en Ribaroja del Turia con su pieza “Adeu tristeza”, en el 2006 interviene en el parque holandés Odapark de Venray, con “Por si las moscas”, donde reconstruye caminos artificiales a través del bosque. Monique crea instalaciones que juegan con la vista, el tacto, el sonido y el olfato para suscitar en el espectador las más diversas emociones. Paulatinamente, sus esculturas realizadas en diferentes tipos de tejidos, plásticos, siliconas, hacen que la artista esté en una continua búsqueda de soluciones técnicas, formales y estéticas envueltas en un lenguaje abstracto reflejando de igual modo, ese gusto por las formas orgánicas y por la naturaleza. En Plaisir de Fleurir recrea un sofisticado juego de las luces, olores y sonidos ricos en matices, que acentúan el efecto abstracto de la composición; espacio intimo donde Bastiaans funde lo formal y lo conceptual en un vocabulario estimulante, que pretende reavivar nuestra mirada por aquellos espacios mágicos y enigmáticos, y que remite a los más diversos jardines, impregnados del sentido de la transmutación perpetua, de la impronta alquímica y mística.

Plaisir de Fleurir alude simbólicamente a aquel jardín sagrado del pensamiento alegórico medieval,….y cuyos antecedentes vislumbran determinados lugares e identidades de dioses primitivos, así como alteraciones paisajísticas de la inconsciencia. Y es que a lo largo de la mitología, el culto, o la religión, la divinidad siempre ha sido buscada tanto en los templos, como en visiones o sueños en torno a la naturaleza. Lugar hermosísimo e intensamente anhelado, “Locus amenaus”; lugar de meditación, espacio sagrado, de divinidades adoptadas por el mundo medieval, o huerto mundano, sensual, evocador de las leyendas del Oriente Próximo, del jardín paradisíaco de la diosa Siduru2 en el que Gilgamesh, rey de Uruk, accedió en busca de la fórmula de la inmortalidad, paraíso de árboles recubiertos de piedras preciosas, y exuberante vegetación. Antecedentes del Paraíso Terrenal cristiano, del jardín del Eden en las Sagradas Escrituras, como la riqueza de piedras preciosas y materiales brillantes tan a menudo representados en las ilustraciones miniadas, y la caracterización de la Montaña del Mundo, lugar donde tradicionalmente se sitúa el Jardín del paraíso. Jardín secreto que ilustró magistralmente Hieronymus Bosch (1453-1516) en “El jardín de las delicias”, mediante asociaciones que describen los aspectos eróticos de la vida, placeres exóticos, que rememoran la «amoris curia», el laberinto de la voluptuosidad, con el pozo o estanque del que emergen grandes lirios, o las evocaciones de Merrily antesala de la “fuente del amor”, usada por los lujuriosos evocando el Jardín de amor y las ilustraciones del Roman de la rose. Pero, cuyas barreras intelectuales, y físicas entramadas por un convento medieval, lo aíslan a través del pensamiento o la imaginación; sumergiendo al espectador más allá de un héroe de leyenda, o de un valeroso Gilgamesh, es decir, por un nuevo universo, el mediático, una nueva cultura que nos absorbe, que identifica como “natural” y que su historia proviene de “la naturaleza”: Es lo que en cierta forma recoge, Marshall Mcluhan, cuando expresa que “los nuevos medios no son puentes entre el hombre y la naturaleza. Son la naturaleza”3. Desmitificación de aquel paraíso terrenal en el que los oníricos ríos, las flores, los bosques han perdido su importancia omnipresente siendo ahora sustituidos por carreteras, automóviles, centros comerciales, etcétera. El locus Amenaus o hermoso paisaje asimilado por su última representación con la Gran Hermana, representa esta imagen final o último estadio, leit motiv con el que Bastiaans recrea la doble paradoja entre lo mediático y lo espiritual.
2007

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LAS ENSEÑANZAS DE NATURA.

En el ámbito artístico el binomio arte/naturaleza suele concretarse a través de lo que llamamos poéticas del respeto y la integración. Por ejemplo, en un contexto donde naturaleza es un entorno ajardinado, asilvestrado o agreste, el artista interviene con obras que por sus materiales, su tamaño o el tipo de relación con el medio, escenifican la intención metafórica indicada.

Sin embargo ésta es tan sólo una opción dentro de la multiplicidad de posibilidades para acercarnos desde el arte a todo lo que la biosfera nos ofrece. Lo mismo en lo que respecta a la palabra que atiende a la relación entre el arte y la naturaleza. No es evidente que una aproximación analítica o ensayística sea la mejor opción para expresar los sentimientos que el trabajo de Monique despierta en nosotros. Así que quizás lo más oportuno, tras esta breve reflexión, sea cambiar los registros del lenguaje para armonizarlo con las obras, y proseguir con ellas el camino que nos conducirá a la matriz primera.

Reverenciar al liquen o al musgo no implica tanto rendirles pleitesía, -hacer un leve gesto inclinando la cabeza-, como abajarnos a su altura, llegar a estar lo bastante cerca y con la mirada lo suficientemente afinada como para descubrir su floración diminuta. Porque también el musgo florece, no es un tapiz inmóvil de terciopelo verde. Este ejercicio de escala -altura física, hondura de la percepción- simboliza la diferencia entre la superioridad y el respeto. Saber situarnos en el contexto del cosmos, en el lugar que ocupamos entre el musgo y las estrellas. Comprenderemos entonces que no es tal nuestra grandeza. Lo decimos de la mano de un jaiku del maestro Matsuo Bashó:

Sólo soy un hombre
Comiendo su sopa
Ante la flor del asagao1

No más ni menos, a la misma altura, el hombre y la flor.

Pero ésta no suele ser la percepción más frecuente. De ahí la urgencia de corregir una miopía colectiva que nos va cegando y nos impide apreciar la omnipresente fiesta de la vida, con todo su bullicio, su armonía y su vorágine. Ésta ha sido siempre una de las tareas del arte, enseñar a mirar. Comienza entonces la fascinación: ¿era necesaria tanta biodiversidad para que se cumpliera el empeño de la vida? Nunca lograremos saber porqué Natura naturans ha alumbrado tanta belleza, ha decidido mostrarse a través de millones de fragmentos diferentes, interconectados, insustituibles. Ante nosotros se diseminan, a expensas de nuestra custodia o devastación.

Primera enseñanza de Natura: todo tiene su lugar y su empeño, nada carece de función, nada es prescindible. La medusa y la tortuga, la presa y el depredador, la bacteria y la ballena azul. Todos somos partícipes del reto agridulce de la existencia; también nosotros, que podemos escribir sobre la bacteria o la ballena, que podemos recrear la medusa, el pistilo, la anémona. Nos fascinan los miles de rostros de la naturaleza hecha forma: Natura naturata. Pero sólo podremos apreciarlos si nos atrevemos a salir de la placenta artificial que hemos construido a nuestro alrededor. Entonces sentiremos la desazón de su polaridad: contemplaremos el momento justo en el que el rocío se convierte en gota y se desliza por un pétalo, pero también nos toparemos con cientos de pulgones chupando la savia de los tallos tiernos. Belleza y espanto coexistiendo en lo diminuto.

Segunda enseñanza de Natura: todo lo vivo se mueve, nada permanece estático en la cuna del tiempo. Todo lo que nace se transforma, crece, alcanza su plenitud y se desliza hacia su decadencia hasta que la muerte lo acoge. Esa muerte que es la correcta conclusión de la vida, no su fracaso, no su pérdida. Pero mientras haya vida todo tiende a cruzarse, a polinizarse, a fecundarse, a fructificar. La magia del deseo y del placer permite que la biosfera siga latiendo. Vida que quiere perpetuarse a través de sus artífices. Podríamos llamarlo el principio del polen: mientras haya abejas, mientras éstas quieran libar para poder vivir y estambres que acojan el polen que transportan en sus patas, gran parte de la vida vegetal seguirá existiendo. Entonces también nosotros seguiremos estando, a pesar nuestro, sin ningún agradecimiento a las abejas. Ciegos, impenitentes, sin recordar que estamos hermanados con la semilla y el roble, con el anfibio y el alga primera. Nos lo recuerda Eduardo Galeano en una de sus sabias historias:

(…) Antes del antes, en los tiempos de la infancia del mundo, cuando no había colores ni sonidos, ellas, las algas azules, ya existían. Echando oxígeno, dieron color a la mar y al cielo. Y un buen día, un día que duró millones de años, a muchas algas azules se les dio por convertirse en algas verdes. Y las algas verdes fueron generando, muy poquito a poco, líquenes, hongos, musgos, medusas y todos los colores y los sonidos que después vinieron, nimios, a alborotar la mar y la tierra.
Pero otras algas azules prefirieron seguir siendo como eran.
Así siguen estando.
Desde el remoto mundo que fue, ellas miran al mundo que es.
No se sabe qué opinan.2

Pero algunas decidieron hacerse verdes, y eso sí nos importa. Aunque seguimos sin comprender que somos sus descendientes.

Un último ejemplo de nuestra falta de respeto, antes de retomar el necesario compromiso del arte para con la vida. Nos resulta difícil llegar a comprender el vínculo entre el papel y los árboles, entre el langostino congelado navideño y la destrucción de los manglares. Por eso sólo a algunos se nos hiela el corazón al escuchar el rumor de las motosierras, las que destruyen la vida que albergan los bosques primarios, sin haber tenido siquiera la oportunidad de saludarla. Sólo unos pocos entonamos un réquiem por cada especie que se extingue. Ya no nos ofrecerá el tesoro helicoidal de su ADN, ni la belleza incomparable de sus formas y sus costumbres. Pero ¿quiénes nos creemos que somos? Recordemos a Voltaire:

La naturaleza (al filósofo): Ya que yo soy todo lo que es, ¿cómo un ser como tú, que es una parte exigua de mí misma, ha de poder asirme? Satisfaceos hijos míos, siendo como sois átomos, de ver algunos átomos que os rodean, de beber algunas gotas de mi leche, de vegetar algunos momentos sobre mi seno y de morir sin llegar a conocer a vuestra madre, y a vuestra nodriza.3

Tercera enseñanza de Natura: todos somos partes de un todo. Nos pensamos distintos y no lo somos tanto; vegetales, animales, humanos. Nos es común nuestra sangre/savia, dependemos del agua para vivir y el mismo oxígeno nos alienta. Compartimos los mismos ciclos: nacemos, crecemos y morimos. Tenemos sexo y nos reproducimos; quizás también compartamos el placer de unirnos. Somos, pues, comunes partícipes de la mística de la unidad. Pero una vez más no somos conscientes de todo esto. Sólo respetamos aquello que nos es próximo, lo que consideramos a nuestro mismo nivel y escala. He aquí otra de las tareas del artista: acercar, poner a nuestro alcance todo aquello importante que no supimos escuchar, oler, sentir. Despertar en nosotros la imprescindible sensibilidad que hemos ido perdiendo al sumergirnos en nuestro frío mundo digital. A partir de ahí apelamos al principio de responsabilidad: ya sé qué es lo que destruyo y cómo lo destruyo; y sé que soy responsable subsidiario cuando ignoro. Ya conozco todo lo que no lograba percibir y que siempre había estado ante nuestros ojos. Si quiero renunciaré a lo que se me ofrece, pero ya me lo mostraron, ya lo sentí.

Uno de los principales compromisos del presente es prestar atención a las enseñanzas de Natura. Los artistas, artesanos de la materia, podemos difundir el principio de esperanza para reinstaurar poco a poco el equilibrio perdido. A través del arte podemos glosar la grandeza de lo pequeño, la justa dimensión del ser humano en el regazo del mundo, la asombrosa persistencia de la vida. Somos los responsables de representar a Natura, de simbolizarla. Os ofrecemos la ceremonia del vínculo, del juego y de la alegría, y a cambio sólo pedimos que hagáis vuestro el principio de responsabilidad para con todo lo que vive, para con todo lo que florece.

José Albelda. 2007

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….Monique Bastiaans, en su trayectoria artística ha realizado numerosas intervenciones e instalaciones en espacios naturales y urbanos. Analizando sus trabajos anteriores como las obras “Adeu Tristeça”, “Moony” y “Pura Fibra”, entre otras, descubriremos lo cómoda que se encuentra a la hora de trabajar en un contexto natural, ya sea una montaña, un río, el mar, un lago, etc. Cabe destacar su capacidad de integración de los elementos que utiliza en los espacios elegidos. Materiales que varían desde bolsas de plástico, telas, redes, flotadores, medias, maderas, pelotas, etc. Siempre estudiados concienzudamente para la ocasión y con un acabado que a pesar de la simpleza de los mismos crean un efecto espectacular y de gran resolución…

…Monique Bastiaans, acostumbra a trabajar con estructuras primarias a gran tamaño para calificar una clase especial de objeto artístico, en el que las diferentes formas están reducidas a estados mínimos de orden y complejidad, tanto desde una perspectiva morfológica como perceptiva y significativa. Las cualidades de su obra son su abstracción total, su orden interno, su simplicidad, su claridad de factura, alto grado de acabado e ilusionismo o literalidad…

Lupe Frigols 2007

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Con Monique Bastiaans

Me encontraba recién llegado del aeropuerto de Estocolmo y nos dirigíamos a la pequeña aldea de Ekeby Qvarn, en Uppsala, Suecia, allá por el mes de junio de 1998, cuando entre la arboleda que antecedía al río Fyris aparecían unas esferas negras, a modo de enormes huevos de sapo, flotando sobre el agua. La visión de aquellas bolas sobre el río, aun siendo reales, producía una extraña sensación de irrealidad. Se trataba de la obra Batracios de Monique Bastiaans, una intervención con esferas en el río que introducía un elemento mágico en la ajetreada vida de aquella aldea de artistas con motivo de la celebración de Eventa IV, una bienal alternativa con numerosas intervenciones contemporáneas en espacios naturales.
Este fue mi primer encuentro con la obra de Monique Bastiaans. A partir de aquel momento y hasta hoy día hemos mantenido una estrecha relación profesional y de amistad.
En el año 2001 la invito a participar en el I Encuentro Internacional de Arte Contemporáneo de Osorio en la Isla de Gran Canaria en el contexto del proyecto Naturalezas, Utopías y Realidades (NUR). En este proyecto presentó una obra bajo el título de El mediodía se celebra en el interior, convirtiéndose esta obra, sin lugar a dudas, en el icono, emblema y referente de aquel encuentro internacional que contó con la participación de 20 artistas de los más variados orígenes y contextos. Como la propia Monique explicaba había intervenido en el interior de un bosque de pinos situando en él un cuerpo construido con redes transparentes de retícula pequeña, a modo de canal de energía y en forma de huso que unía el cielo, la utopía, con la tierra, la realidad. Una obra llena de matices y sutilezas y de exquisita factura.
Recientemente en este año de 2004 hemos vuelto a trabajar juntos impartiendo Monique Bastiaans un taller a doce artistas jóvenes españoles, y en este contexto presentando igualmente una exposición monográfica de sus últimos trabajos en nuestro Espacio C de Camargo, Cantabria, España.
Nada más adentrarnos en la nave industrial-sala de exposiciones del Espacio C somos invitados a transitar bajo la calidez, ternura, luz y bondad de su obra ¿Y quién no llora?
Nuevamente volvemos a sentir esa extraña sensación de irrealidad, de magia, que suele contener y provocar la obra de Monique Bastiaans. Del techo de la sala pende una enorme piel de látex con ocho tetillas a modo de piel de loba o de perro, emanando de sus pechos una cálida y placentera luz. Estar bajo ella produce inequívocamente una maravillosa sensación de protección y cobijo.
Desde ahí transitamos hacia dos columnas de redes finas y esferas que sutilmente se despliegan y pliegan a modo de dueto musical mediante un delicado sistema mecánico. Estos increíbles artefactos escultóricos se sitúan en la antesala de su última obra,
Ex voto, una instalación coral, cámara de las maravillas, bajo una luz tenue que nos transporta a la atmósfera de recogimiento de una capilla. En las paredes alineados en hileras horizontales y en el interior de delicadas bolsas de plástico podemos observar cientos de objetos que han viajado desde lo más intimo del taller de la artista hacia nuestro espacio, haciéndonos partícipes de un singular e increíble universo de materiales, formas y texturas o objetos encontrados que en muchos casos han sido el origen de futuras obras, fragmentos de una memoria e identidad totalmente abierta a una continua evolución y enriquecimiento.
Monique Bastiaans en su importante trayectoria artística ha aportado elementos de notable relevancia en la evolución de la escultura e instalación contemporánea y en el ámbito de la ocupación e intervención de espacios naturales, urbanos e industriales.
Orlando Britto Jinorio Director Espacio C 2004

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Como actividad complementaria a la celebración del Taller Internacional de Verano impartido en el Centro de Arte Contemporáneo Espacio C, Monique Bastiaans, holandesa residente en Valencia, presenta una exposición formada por tres obras aéreas, colgadas de la pared o del techo, esculturas o instalaciones que pertenecen al género de la obra suspendida, por oposición a la pesadez da la escultura tradicional.
Monique Bastiaans nos ofrece un trabajo de exaltación de la fertilidad, de lo natural, elaborado desde el acento puesto en el eland , en la energía vital, en la alegría, desde un territorio en el que se encuentran lo lúdico y lo reflexivo.

La escultura titulada ¿Y quien no llora? (2004) está formada por una superficie de látex que deja suspendidos sobre la cabeza del espectador ocho grandes pechos nutricios, de carne transparente, luminosa, con un entramado que remite al tejido celular de la piel. Es una pieza excesiva y festiva, que nos habla del pecho abundante y generoso, animal, que implica y cubre al espectador, y de la universalidad y la importancia de las relaciones de apego con respeto a la madre.

Canto a la fertilidad
La obra central de la muestra, titulada Gudule et Dudule (homenaje a Mimi),
Está formada por dos redes que cuelgan del techo, llenas de bolas azules transparentes que contienen en su interior diminutas bolitas rojas.
Lentamente suben desde su centro, formando un embudo invertido y provocando formas siempre cambiantes, aleatorias, y dos tipos de ruidos: el de las bolas grandes que se readaptan con ligeras caídas y golpes, y el rumor de la marea de las pequeñas rodando en el interior de las grandes.
Es una obra que remite a la fertilidad reproductiva de lo natural, a la transformación cíclica, a la potencialidad encerrada en lo leve.

La muestra se cierra con una instalación, titulada Exvoto (2004), formada por más de 200 bolsas transparentes colgadas de la pared, siguiendo el esquema del muestrario, llenas de objetos elaborados, delicados, rescatados o singularizados en medio del fluir del tiempo. Es una obra elaborada también en un lapso prolongado de tiempo, como el que dedica un artista a tomar apuntes o el que escribe un devocionario, en este caso, con un sentido de veneración o de agradecimiento por la verdad de lo natural y por las posibilidades de interacción, de reelaboración material.

Gabriel Rodríguez 2004

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Desde hace tiempo distingo entre ciudadano, consumidor y usuario para
entender los caminos que las nuevas formas artísticas abren a sus
fruidores; empleo ciudadano cuando veo al destinatario de la obra
integrado en su desarrollo de una manera vaga, inapreciable para él
pero substancial para ella, descubierta al reconocer algo fuera de su
sitio, o puesto en la misma acera por la que el peatón pasa para
ganar su atención, quien, tras reparar en el desnivel ocurrido,
rebrota en ciudadano, el antes peatón; consumidor señala al que
deglute la obras con la bulimia propia del lector de fichas técnicas,
siempre abajo y siempre a la derecha para que la reverencia ante la
obra sea mayor y donde corresponde; usuario refiere a ese nuevo
receptor de obras de arte que cree culminarlas porque interactúa con
ellas al llamar la atención del interfaz puesto entre la obra y él,
algo que le lleva a las cimas de la concreación (mal de época que
debería desaparecer a la velocidad con que deviene obsoleto cualquier
ordenador), cansado de oír hablar de interactividad, el golpe de
ratón, teclado o pantalla me parece un simple pasar la página, que
veo igual de interactivo; conviene no olvidar que el término usuario
resulta impensable aplicado a las artes ajenas a los soportes
digitales (interactivos o no), pues todo uso, si físico, reporta un
desgaste, aunque con la nueva interactividad, desde el transfinito
mundo de los bits, tal uso nunca lo suponga y permita tocar sin dañar
lo tocado, o dicho de otro modo, acabar con el valor cultual de la
obra por la vía más directa: el contacto: si lo toco es tan real como
yo y no está en las alturas: desde la paradoja de estar en este mundo
(material) sin ser de él.
La red (la de siempre), como instrumento para captura de la atención,
y el flotador, boya que ofreces para agarrarse, son los últimos
elementos llegados a la obra de Monique Bastiaans para consumar su
proyecto de ciudadanía, caza y amarre del interés de las gentes
ajenas al mundo del arte, también al mundo de las instituciones que
pueblan el arte e, incluso, a la misma institución arte, como dan en
decir muchos, para hablar del arte como la institución de la que no
desean salir; no quiero discutir la imposibilidad de vivir sin arte,
y no por necesario sino por ritualizado según cada estatuto social al
que la gente pertenece, hasta hacerlo imprescindible en todos los
ámbitos de acción, así cada uno de los mundos poblados por la gente
lleva entre sus condiciones unas formas artísticas pegadas a la piel
(no detallaré cuáles porque no sabría hacerlo) por todo el
conglomerado social que hará de la casa, y de la plaza pública, otra
piel que vistes y de la que tampoco te libras; así, muchas veces, el
Arte Público sólo espera sacarte la piel a tiras para poner tu
sensibilidad a flote y dejarte ver lo que, hasta ese momento,
ignoras: traerte a flote, después de cazado, o enredado, da razón de
todo esto.

Nilo Casares 2001

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Nuestra inteligencia copia las pautas de crecimiento de la naturaleza. Las células se reproducen subdividiéndose en otras similares formando tejidos celulares, membranas y pieles. En la época de la reproductividad técnica, el artificio se repite industrialmente de forma consecuente con el proceso de su producción. La artista Monique Bastiaans establece entre los objetos industriales relaciones geométricas complejas cuyo resultado se aproxima a los entramados que conforman las células . Esta disposición se amolda a cualquier contenedor configurando membranas de gran expresividad plástica. Ella recurre, en este caso, a objetos tan divertidos como flotadores de color rosa. La piel resultante al unirlos es capaz de llegar hasta la parte más alta del edificio que lo alberga. El impacto en el recinto arquitectónico impresiona. Sólo ha empleado una parte mínima de los objetos producidos, pero es su disposición la que nos resulta impactante. Es entonces cuando nos damos cuenta de la importancia que tiene la repetición de los objetos en un mundo que se pregunta por cuestiones tan preocupantes como la identidad. Monique Bastiaans se sitúa en la frontera que existe entre la reproducción biológica y la reproducción industrial como metáfora entre el artificio y la naturaleza, pero también como construcción de un lugar situado frente a la membrana artificial. Hablamos de una experiencia en tomo a la plástica. Los flotadores resultan ahora algo amenazantes. La luz queda tamizada por las transparencias y la piel cumple de esta forma su cometido filtrante, estableciendo un delante y un detrás, simbolizando de esta forma la misma declinación de frontera. Lo racional, en este caso, se identifica con lo natural en un concepto común de crecimiento y reproducción del mundo como algo tanto biológico como industrial.

Clara Muñoz , 2001

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El Espai A. Lambert en Xavea recibe al público con unas maraña de fibras que, extendiéndose de parte a parte, entrecruzadas entre sí, parecen crecer de forma orgánica desde las paredes de la sala. La sensación de encontrarnos en un microscópico intersticio del interior de un organismo vivo se refuerza gracias a una iluminación roja con movimiento y una ventilación que agita levemente estas fibras elásticas de distintos colores. El sonido, un murmullo impreciso como el viento, pero con un eco sordo casi palpable, contribuye a cargar el ambiente e incrementar el desconcierto.
Los nódulos, irregularmente repartidos por la artista Monique Bastiaans por ese espacio fibrilar, junto con la cualidad vibrátil, procuran un aspecto orgánico a la instalación.
Pero a la vez, la vibración evoca el espacio de imprecisión de las órbitas de los electrones.
Al comparar aquellas fibras con el recuerdo de diagramas en los libros de biología, el temblor de las fibras se transforma en transmisión neuronal a través de pequeñas descargas eléctricas. A su vez, el sonido se revela sintético y conduce a pensar en el zumbido del flujo eléctrico en tendidos de alta tensión. Estos referentes tan diametralmente diversos permiten a la artista establecer un diálogo coherente entre la figuración orgánica y la naturaleza sintética de los materiales empleados.
En virtud de la identificación posible entre la dimensión orgánica y la plástica, la artista articula una prosa rica en matices y extremadamente sugerente que permite vislumbrar la admiración, desde la inquietudes de otra generación, hacia la magia y el misterio poético de una artista como Louise Bourgois.

Boye Llorens Peters , El Levante (Postdata) 17-11-2000

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Monique Bastiaans le ha dado la vuelta a la fachada del Centro Cultural de Almussafes.
La intervención, coronada bajo la frase ‘ lo normal… ¿será eso lo anormal? ‘ muestra las puertas y las ventanas de la fachada principal del edificio cubiertas por cortinas domésticas y típicas, provocando una rápida asociación de ideas: el exterior se convierte en su opuesto. El espacio de afuera se convierte, simbólicamente, en el interior de unos sucesos que, sin embargo, ocurren a los demás en el exterior. Esta idea viene reforzada por la presencia de una desordenada acumulación de huellas azules estampadas en el suelo, escalones y entrada del edificio, como si los devaneos y trasiegos del interior hubieran quedado marcados ya para siempre, en este nuevo espacio ahora público.

Álvaro de los Angeles , El Levante (Postdata) 2 – 7 – 1999

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Murmullo interior

Dentro de la sala de exposiciones nos topamos con una instalación íntima, de luces azules tenues y sonidos ricos en matices, modulados bajo la batuta del siempre quehacer de Leopoldo Amigo.
Nueve piezas conforman esta instalación; cada una pendiendo del techo por un conducto a medio camino entre tubería modulable y muelle elástico que le proporciona asimismo movimiento. Nueve figuras seminales, almendradas, recubiertas o formadas por plástico y cera que cobijan la luz y el sonido interiores. Se tiene la impresión de estar observando la incubación o el letargo de unos seres que, con los primeros balbuceos, pronto saldrán de la cáscara que los envuelve y protege, dispuestos a vivir sus propias experiencias.
Pero por la obviedad de ese momento que no llega ni, en el fondo, se desea, la convivencia junto a ellos produce una placentera y sosegada sensación. El murmullo general que provocan los diferentes sonidos agradece el tiempo que se dedica a su escucha y contemplación. Mitad seres vivos, mitad tecnología al servicio de esta ilusión, tanto se puede relacionar esta instalación con la prolongación artificial de la naturaleza como con la creación de unos seres de ciencia ficción, inexistentes e ilusorios, pero a la postre creíbles y y asimilables. Una instalación íntima pero abierta y rica donde el diálogo entre espectador y obra fluye agradecido y agradeciéndose.

Álvaro de los Angeles, El Levante (Postdata) 2 – 7 – 1999

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[…]La obra de Monique Bastiaans plantea una clara enemistad con cualquier concepción del mundo reductible a fórmula, sólo caben las adivinaciones, el augurio, el pronunciamiento del oráculo. Por eso, las formas se mueven entre lo totémico, lo litúrgico – liturgia chamánica absolutamente panteísta – y el amuleto personal conjurador de todas las amenazas que acechan a la vuelta de la esquina tanto de las junglas primitivas como de la actual de asfalto.[…]
Nilo Casares El Levante (Postdata) 5 – 1 – 1996

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[…] La obra de Monique Bastiaans se percibe como ser viviente, poderoso, lleno, perfecto en su desarrollo y por lo tanto, también es inquietante, opaco, resistente a una interpretación desde fuera, con algo incluso de amenazador. La misma sensación que se experimenta ante una forma de vida vista por primera vez. Como ente, irradia una energía de la que nadie se puede adueñar. El proceso constructivo que le da luz es fruto de intuiciones, invención de instrumentos, exploraciones y revelaciones, su consecuencia volver a poner en duda las funciones, los sistemas,fijar e inventar puntos, organizar
signos… […]

[….] Monique Bastiaans ha encontrado la puerta de huida del pensamiento tradicional hacia otros niveles de conciencia y la manera de expresar su experiencia. Nos hace pensar con Nietzche: ”¿Acaso el arte es un correlato y un suplemento necesarios de la ciencia? ¿ Acaso hay un reino de sabiduría del cual esta desterrado el lógico?” Pregunta cuya respuesta está ya en el irónico interrogante[….]

Carles Marco 1995