Project Description

 

Plaisir de Fleurir  2007.  Con música de Leopoldo Amigo. Sala Parpalló. Valencia.

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Plaisir de Fleurir de MONIQUE BASTIAANS

LAS ENSEÑANZAS DE NATURA.
En el ámbito artístico el binomio arte/naturaleza suele concretarse a través de lo que llamamos poéticas del respeto y la integración. Por ejemplo, en un contexto donde naturaleza es un entorno ajardinado, asilvestrado o agreste, el artista interviene con obras que por sus materiales, su tamaño o el tipo de relación con el medio, escenifican la intención metafórica indicada.

Sin embargo ésta es tan sólo una opción dentro de la multiplicidad de posibilidades para acercarnos desde el arte a todo lo que la biosfera nos ofrece. Lo mismo en lo que respecta a la palabra que atiende a la relación entre el arte y la naturaleza. No es evidente que una aproximación analítica o ensayística sea la mejor opción para expresar los sentimientos que el trabajo de Monique despierta en nosotros. Así que quizás lo más oportuno, tras esta breve reflexión, sea cambiar los registros del lenguaje para armonizarlo con las obras, y proseguir con ellas el camino que nos conducirá a la matriz primera.

Reverenciar al liquen o al musgo no implica tanto rendirles pleitesía, -hacer un leve gesto inclinando la cabeza-, como abajarnos a su altura, llegar a estar lo bastante cerca y con la mirada lo suficientemente afinada como para descubrir su floración diminuta. Porque también el musgo florece, no es un tapiz inmóvil de terciopelo verde. Este ejercicio de escala -altura física, hondura de la percepción- simboliza la diferencia entre la superioridad y el respeto. Saber situarnos en el contexto del cosmos, en el lugar que ocupamos entre el musgo y las estrellas. Comprenderemos entonces que no es tal nuestra grandeza. Lo decimos de la mano de un jaiku del maestro Matsuo Bashó:

Sólo soy un hombre
Comiendo su sopa
Ante la flor del asagao1

No más ni menos, a la misma altura, el hombre y la flor.

Pero ésta no suele ser la percepción más frecuente. De ahí la urgencia de corregir una miopía colectiva que nos va cegando y nos impide apreciar la omnipresente fiesta de la vida, con todo su bullicio, su armonía y su vorágine. Ésta ha sido siempre una de las tareas del arte, enseñar a mirar. Comienza entonces la fascinación: ¿era necesaria tanta biodiversidad para que se cumpliera el empeño de la vida? Nunca lograremos saber porqué Natura naturans ha alumbrado tanta belleza, ha decidido mostrarse a través de millones de fragmentos diferentes, interconectados, insustituibles. Ante nosotros se diseminan, a expensas de nuestra custodia o devastación.

Primera enseñanza de Natura: todo tiene su lugar y su empeño, nada carece de función, nada es prescindible. La medusa y la tortuga, la presa y el depredador, la bacteria y la ballena azul. Todos somos partícipes del reto agridulce de la existencia; también nosotros, que podemos escribir sobre la bacteria o la ballena, que podemos recrear la medusa, el pistilo, la anémona. Nos fascinan los miles de rostros de la naturaleza hecha forma: Natura naturata. Pero sólo podremos apreciarlos si nos atrevemos a salir de la placenta artificial que hemos construido a nuestro alrededor. Entonces sentiremos la desazón de su polaridad: contemplaremos el momento justo en el que el rocío se convierte en gota y se desliza por un pétalo, pero también nos toparemos con cientos de pulgones chupando la savia de los tallos tiernos. Belleza y espanto coexistiendo en lo diminuto.

Segunda enseñanza de Natura: todo lo vivo se mueve, nada permanece estático en la cuna del tiempo. Todo lo que nace se transforma, crece, alcanza su plenitud y se desliza hacia su decadencia hasta que la muerte lo acoge. Esa muerte que es la correcta conclusión de la vida, no su fracaso, no su pérdida. Pero mientras haya vida todo tiende a cruzarse, a polinizarse, a fecundarse, a fructificar. La magia del deseo y del placer permite que la biosfera siga latiendo. Vida que quiere perpetuarse a través de sus artífices. Podríamos llamarlo el principio del polen: mientras haya abejas, mientras éstas quieran libar para poder vivir y estambres que acojan el polen que transportan en sus patas, gran parte de la vida vegetal seguirá existiendo. Entonces también nosotros seguiremos estando, a pesar nuestro, sin ningún agradecimiento a las abejas. Ciegos, impenitentes, sin recordar que estamos hermanados con la semilla y el roble, con el anfibio y el alga primera. Nos lo recuerda Eduardo Galeano en una de sus sabias historias:

(…) Antes del antes, en los tiempos de la infancia del mundo, cuando no había colores ni sonidos, ellas, las algas azules, ya existían. Echando oxígeno, dieron color a la mar y al cielo. Y un buen día, un día que duró millones de años, a muchas algas azules se les dio por convertirse en algas verdes. Y las algas verdes fueron generando, muy poquito a poco, líquenes, hongos, musgos, medusas y todos los colores y los sonidos que después vinieron, nimios, a alborotar la mar y la tierra.
Pero otras algas azules prefirieron seguir siendo como eran.
Así siguen estando.
Desde el remoto mundo que fue, ellas miran al mundo que es.
No se sabe qué opinan.2

Pero algunas decidieron hacerse verdes, y eso sí nos importa. Aunque seguimos sin comprender que somos sus descendientes.

Un último ejemplo de nuestra falta de respeto, antes de retomar el necesario compromiso del arte para con la vida. Nos resulta difícil llegar a comprender el vínculo entre el papel y los árboles, entre el langostino congelado navideño y la destrucción de los manglares. Por eso sólo a algunos se nos hiela el corazón al escuchar el rumor de las motosierras, las que destruyen la vida que albergan los bosques primarios, sin haber tenido siquiera la oportunidad de saludarla. Sólo unos pocos entonamos un réquiem por cada especie que se extingue. Ya no nos ofrecerá el tesoro helicoidal de su ADN, ni la belleza incomparable de sus formas y sus costumbres. Pero ¿quiénes nos creemos que somos? Recordemos a Voltaire:

La naturaleza (al filósofo): Ya que yo soy todo lo que es, ¿cómo un ser como tú, que es una parte exigua de mí misma, ha de poder asirme? Satisfaceos hijos míos, siendo como sois átomos, de ver algunos átomos que os rodean, de beber algunas gotas de mi leche, de vegetar algunos momentos sobre mi seno y de morir sin llegar a conocer a vuestra madre, y a vuestra nodriza.3

Tercera enseñanza de Natura: todos somos partes de un todo. Nos pensamos distintos y no lo somos tanto; vegetales, animales, humanos. Nos es común nuestra sangre/savia, dependemos del agua para vivir y el mismo oxígeno nos alienta. Compartimos los mismos ciclos: nacemos, crecemos y morimos. Tenemos sexo y nos reproducimos; quizás también compartamos el placer de unirnos. Somos, pues, comunes partícipes de la mística de la unidad. Pero una vez más no somos conscientes de todo esto. Sólo respetamos aquello que nos es próximo, lo que consideramos a nuestro mismo nivel y escala. He aquí otra de las tareas del artista: acercar, poner a nuestro alcance todo aquello importante que no supimos escuchar, oler, sentir. Despertar en nosotros la imprescindible sensibilidad que hemos ido perdiendo al sumergirnos en nuestro frío mundo digital. A partir de ahí apelamos al principio de responsabilidad: ya sé qué es lo que destruyo y cómo lo destruyo; y sé que soy responsable subsidiario cuando ignoro. Ya conozco todo lo que no lograba percibir y que siempre había estado ante nuestros ojos. Si quiero renunciaré a lo que se me ofrece, pero ya me lo mostraron, ya lo sentí.

Uno de los principales compromisos del presente es prestar atención a las enseñanzas de Natura. Los artistas, artesanos de la materia, podemos difundir el principio de esperanza para reinstaurar poco a poco el equilibrio perdido. A través del arte podemos glosar la grandeza de lo pequeño, la justa dimensión del ser humano en el regazo del mundo, la asombrosa persistencia de la vida. Somos los responsables de representar a Natura, de simbolizarla. Os ofrecemos la ceremonia del vínculo, del juego y de la alegría, y a cambio sólo pedimos que hagáis vuestro el principio de responsabilidad para con todo lo que vive, para con todo lo que florece.

José Albelda.

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Sobre Tentaciones y Peligros, y la Insignificancia del Hombre.

Un mes antes de la inauguración de ”Plaisir de Fleurir” en la Sala Parpalló, Monique Bastiaans expuso en Nagano. Allí encontró en contacto con Shinto religión originaria de Japón, que se caracteriza por venerar la naturaleza en todos sus formas. Fue como una espiritual vuelta a casa en un mundo que fácilmente podría haber sido el suyo. Desde el principio de su carrera artística, uno de los temas centrales de sus obras ha sido el amor y respeto por la naturaleza. Su viaje a Japón confirmó su planteamiento e inspiró sus obras con renovada fuerza.
Hace 20 años, Monique Bastiaans -nacida en Mons (Bélgica) en 1954 y criada en los Países Bajos- llegó por casualidad Chiva, un pueblo cercano a Valencia en el que ha vivido hasta la fecha. Durante estos años ha ido dejando su huella en Valencia con la discreción que tanto le caracteriza. Si saber su nombre, no hay un solo valenciano que no conozca su obra. A principios de este año, decoró la estación de metro de Colón con objetos que recordaban organismos vivos de las profundidades de los océanos.
Mediante el efecto causado por los paneles divisorios de cristal, los viajeros se sentían como en un acuario tropical. El mundo imaginario de Monique Bastiaans compensaba el realismo del Oceanográfico de Valencia, lugar turístico que nunca visitó.
La primera vez que la ciudad de Valencia conoció su trabajo fue con la creación de
”Red + Azul” en 1994. Sobre el fondo azulado del edificio de la fábrica de Cross en ruinas, colocó unas estructuras de madera en forma de abanico y unidas con goma. Muchos valencianos recordarán la red de traslúcidos flotadores que colgó sobre la plaza del Mercado en 2001. Ese mismo año realizó otra obra más sutil, titulada ”Dulce cielo, Séptimo hogar”, en el que mediante redes de pesca de nylon extendidas sobre la calle de la Reina logró capturar la plateada luz solar y su continuo cambio de formas y matices dependiendo del viento. Desde la llegada de Monique Bastiaans, los valencianos ven su ciudad con luz diferente. Pese a que expone en el extranjero con bastante frecuencia, sus proyectos artísticos realizados en sus queridísimos paisajes castellanos son los que crean mayores sensaciones. Entre estos se encuentra ”Medusea”, las trece medusas gigantescas de poliéster que deja caer en el oleaje de la playa de las Arenas en 1996, como mensajeras mitológicas de las profundidades del océano. También podemos hablar de monumental ”Adeu Tristesa” realizado en el año 2000; en esta obra la artista envuelve 270 naranjos muertos en telas rojas, rindiendo homenaje a los millones de enfermos de SIDA. Una y otra vez, Monique Bastiaans nos recuerda el poder reconfortante de la naturaleza, fuente inagotable de vida e inspiración. Hasta la naturaleza muerta, como estos naranjos que sucumbieron a una enfermedad infecciosa, rebosa una innegable belleza y vitalidad.
Lo que parece que artista intenta decirnos es, si Dios existe, no se comunica con nosotros a través de los libros, sino mediante su obra creadora: la naturaleza. Esta actitud es muy comprensible si tenemos en cuenta que creció en el país de Spinoza, filósofo racionalista del siglo XVII que compara a Dios con la naturaleza: ”Deus sive Natura”. Del mismo modo, Shinto, la antigua religión japonesa que Bastiaans conoció recientemente, se basa, como todos las religiones animistas, en la misma idea.
La obra de Monique Bastiaans no da lugar a manifiestos, tratados ni a interpretaciones religiosas. Sin embargo, ”Plaisir de Fleurir” es un reflejo inconfundible del lugar para el que fue creado: un antiguo claustro del Real Monasterio de la Trinidad, el más antiguo convento de Valencia (1445). En su claustro con forma de túnel de 35 metros de largo por 7 metros de ancho, la artista creado un sendero espiritual en el que (a excepción del gusto), pueden experimentarse todos los sentidos.
El sendero serpentea a través de un jardín mítico del siglo XXI que se abre tras una cortina rememorando los templos clásicos. Un jardín mítico debe incluir- y las monjas del convento adyacente pueden confirmarlo- a las primeras personas de la historia de la creación; y por ello en, en la obra de Bastiaans, Adán está representado mediante un gran aro rosa con un pistilo móvil en color amarillo amarillo, mientras que la figura de Eva recuerda un vestido a motas con vuelo aireado desde abajo como en la famosa escena del Marilyn Monroe en la película de ”La Tentación Vive Arriba”. En estas imágenes, tan poéticas como explícitas, las tentaciones celestiales, así como los riesgos que estas conllevan, caminan de la mano. ”Plaisir de Fleurir” es algo más que una adaptación contemporánea de un jardín de la mitología clásica, es un diálogo con el monasterio adyacente de la Trinidad. Debido a sus votos de clausura, las religiosas del convento deben vivir aislados del mundo exterior, por lo que el jardín del convento es un lugar desconocido para el público. Así pues Bastiaans extiende su mano desde el otro lado del muro, dejando ver las puertas de la Sala Parpalló, las cuales han estado cubiertas por paneles durante las exposiciones anteriores. Es como si la artista estuviese tratando de decir: ¡ Mostrad que las puertas están allí, utilizadlas ! Al mismo tiempo, las figuras transparentes del jardín observan con anhelo las ventanas de alabastro, esas maravillosas piedras veteadas que dejan pasar la luz y que comunican el claustro con el jardín prohibido que crece detrás de ellas.

En el corazón de ”Plaisir de Fleurir” puede apreciarse el paralelo con el jardín prohibido del monasterio: el pozo. En la obra de Bastiaans, el pozo también ofrece una visión del alma, pero no sin obstáculos. Al acercarte, las estructuras que le rodean se mueven, al igual que los árboles con grandes frutos de un rojo intenso (¿frutos prohibidos o frutos de inmortalidad ?), pero antes de que te des que te des cuenta, ¡ el reflejo en el pozo desaparece ! Y eso es lo que ocurre cuando uno trata de examinar su alma, se nos revelan algunas cosas, pero no se aprende mucho de ellas. Más adelante, dos árboles con flores con forma de trompeta indicando el final del camino, donde una gran flor azul y rosa con forma de chimenea observa de forma tentadora. El final del jardín es el comienzo de un túnel cuyo final no alcanzamos a ver.
”Plaisir de Fleurir” le ha dado a Valencia – la ciudad de los jardines escondidos y de las ventanas de alabastro – un contemporáneo jardín escultural que combinan mitos antiguos y nuevos. Monique Bastiaans es una escultora ”par excellence”, pero como es habitual en su obra, rechaza los materiales tradicionales como la piedra y la arcilla, demostrando que las estructuras de nylon, látex y cera de parafina también tienen alma, siempre que tengan algo que transmitir y que algo debe ser el producto de tu propia imaginación.
Al igual que en las medusas de poliester de ”Medusea” y que en los naranjos muertos cubiertos por telas de” Adeu Tristesa”, ”Plaisir de Fleurir” revela, de un modo orgánico y desenfadado, la belleza y la crueldad, las tentaciones y los peligros de nuestro mundo, así como la insignificancia del hombre al respeto.
Y tal como esperábamos de Monique Bastiaans, esta artista trabaja con gran respeto y devoción, actitudes que, muy probablemente, también aplaudirán las religiosas del monasterio de la Trinidad.

Wido Smeets 2007

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Desmitificaciones contemporáneas en torno al “Locus Amoneus”.
Por Rosa Ulpiano

Para la filosofía platónica, la idea de la naturaleza basada en la teoría del designio, correspondía todo a una ordenación y propósito de la naturaleza contemplada por el artista, era una reproducción de segundo orden de conocimiento, alejándose de premisas como lo existente e invisible.1 Carga metafísica que evolucionaría en el tiempo hacia un andamiaje físico, una construcción cultural, tratada por diferentes artistas desde una apreciación estética, en que la naturaleza era un complemento escenográfico donde aparecía el hombre, valor secundario visto a través de una visión antropocéntrica, un orden sometido por la mirada del artista. No obstante, será ya a partir del siglo XIX cuando aquella carga metafísica clásica desembocaría en una entidad superior, en un medio donde el ser humano ocuparía desde entonces un lugar en el cosmos y cuya intervención en el medio, reconstruirá con anhelo un recuerdo de paisajes que existieron.
Paisajes que han sido degradados, en su mayoría por la intervención humana, y que a través de una proyección estética son ahora transformados por la particular visión del creador. Unas veces por mediación de la pintura o la escultura y otras por el uso de los nuevos mass media o por su legitimación a través de la intervención paisajística o Land Art transformándolos en espacios seductores. Pero, no se trataría de un intento de salvación o mejora a través de la vuelta al origen, sino más bien de un enmascaramiento estético del paisaje agredido, ya sea urbano o rural dotándolo así de un nuevo aspecto a través del artificio plástico y conceptual. En este sentido Monique Bastiaans, a lo largo de toda su trayectoria artística interviene diversidad de espacios En el 2002 instala grandes telas rojas sobre 270 naranjos muertos, en Ribaroja del Turia con su pieza “Adeu tristeza”, en el 2006 interviene en el parque holandés Odapark de Venray, con “Por si las moscas”, donde reconstruye caminos artificiales a través del bosque. Monique crea instalaciones que juegan con la vista, el tacto, el sonido y el olfato para suscitar en el espectador las más diversas emociones. Paulatinamente, sus esculturas realizadas en diferentes tipos de tejidos, plásticos, siliconas, hacen que la artista esté en una continua búsqueda de soluciones técnicas, formales y estéticas envueltas en un lenguaje abstracto reflejando de igual modo, ese gusto por las formas orgánicas y por la naturaleza. En Plaisir de Fleurir recrea un sofisticado juego de las luces, olores y sonidos ricos en matices, que acentúan el efecto abstracto de la composición; espacio intimo donde Bastiaans funde lo formal y lo conceptual en un vocabulario estimulante, que pretende reavivar nuestra mirada por aquellos espacios mágicos y enigmáticos, y que remite a los más diversos jardines, impregnados del sentido de la transmutación perpetua, de la impronta alquímica y mística.

Plaisir de Fleurir alude simbólicamente a aquel jardín sagrado del pensamiento alegórico medieval,….y cuyos antecedentes vislumbran determinados lugares e identidades de dioses primitivos, así como alteraciones paisajísticas de la inconsciencia. Y es que a lo largo de la mitología, el culto, o la religión, la divinidad siempre ha sido buscada tanto en los templos, como en visiones o sueños en torno a la naturaleza. Lugar hermosísimo e intensamente anhelado, “Locus amenaus”; lugar de meditación, espacio sagrado, de divinidades adoptadas por el mundo medieval, o huerto mundano, sensual, evocador de las leyendas del Oriente Próximo, del jardín paradisíaco de la diosa Siduru2 en el que Gilgamesh, rey de Uruk, accedió en busca de la fórmula de la inmortalidad, paraíso de árboles recubiertos de piedras preciosas, y exuberante vegetación. Antecedentes del Paraíso Terrenal cristiano, del jardín del Eden en las Sagradas Escrituras, como la riqueza de piedras preciosas y materiales brillantes tan a menudo representados en las ilustraciones miniadas, y la caracterización de la Montaña del Mundo, lugar donde tradicionalmente se sitúa el Jardín del paraíso. Jardín secreto que ilustró magistralmente Hieronymus Bosch (1453-1516) en “El jardín de las delicias”, mediante asociaciones que describen los aspectos eróticos de la vida, placeres exóticos, que rememoran la «amoris curia», el laberinto de la voluptuosidad, con el pozo o estanque del que emergen grandes lirios, o las evocaciones de Merrily antesala de la “fuente del amor”, usada por los lujuriosos evocando el Jardín de amor y las ilustraciones del Roman de la rose. Pero, cuyas barreras intelectuales, y físicas entramadas por un convento medieval, lo aíslan a través del pensamiento o la imaginación; sumergiendo al espectador más allá de un héroe de leyenda, o de un valeroso Gilgamesh, es decir, por un nuevo universo, el mediático, una nueva cultura que nos absorbe, que identifica como “natural” y que su historia proviene de “la naturaleza”: Es lo que en cierta forma recoge, Marshall Mcluhan, cuando expresa que “los nuevos medios no son puentes entre el hombre y la naturaleza. Son la naturaleza”3. Desmitificación de aquel paraíso terrenal en el que los oníricos ríos, las flores, los bosques han perdido su importancia omnipresente siendo ahora sustituidos por carreteras, automóviles, centros comerciales, etcétera. El locus Amenaus o hermoso paisaje asimilado por su última representación con la Gran Hermana, representa esta imagen final o último estadio, leit motiv con el que Bastiaans recrea la doble paradoja entre lo mediático y lo espiritual.

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ENTREVISTA MONIQUE BASTIAANS
por Marisa Giménez Soler y Lupe Frígols Barber

Esta entrevista se ha prolongado en el tiempo. Ha ido surgiendo poco a poco, estando cerca. Bajo un sol precioso de noviembre, semanas antes de la exposición, le hacíamos en el jardín de su estudio las primeras preguntas mientras observábamos cómo trabajaba, le ayudábamos a teñir telas, o tomábamos con ella una taza de té japonés recién traído de su último viaje. Otras preguntas  se las hemos ido haciendo durante el montaje, o más tarde, una vez inaugurada la muestra.

Entrar en su estudio, también su casa, es entrar un poco en su vida. Rodeado de naturaleza, lleno de luz, de formas sugerentes y mucho color, es un espacio que te atrapa. Cuando llegas ya no quieres irte nunca más. Monique ha creado su propio mundo y parece que allí es todo más fácil, todo fluye. Su energía, su sensibilidad, la coherencia que rige su vida y su obra empapa cada rincón, cada detalle.

A veces, durante la charla nos vamos del tema, hablamos de ecologismo, política…. y volvemos a recordarle una vez más (ya se lo hemos contado mil veces) cómo nos impresionó la primera obra que vimos de ella hace más de diez años en la fabrica Cross. Aquel azul Klein, aquel polvo azul ultramar permanece nítido en nuestra memoria. Poco después la conocimos y desde entonces no hemos dejado de seguirle.

Lupe: Naciste en Bélgica, estudiaste y viviste en Holanda y creo que fue más bien la casualidad lo que hizo que te quedaras en Valencia, en Chiva….

Sí, fue completamente una casualidad. Venía de Holanda con mi hijo buscando un lugar donde vivir y empezar de nuevo. En principio, me dirigía al sur de España. En un momento del viaje, el niño se puso a protestar porque quería parar. Nos detuvimos en el pueblo más cercano que era Chiva. Allí, en el bar, me dijeron que se alquilaba una casa y hasta hoy. De esto hace casi veinte años. Al comienzo fue duro pero hoy estoy feliz.

L.- Tus obras han estado siempre relacionadas con la naturaleza ¿Te sientes identificada con el movimiento Land Art?

Sí pero yo he llegado a hacer este tipo de arte por necesidad.  Lo que más me gusta, donde más a gusto me encuentro es en la naturaleza. Las plantas, los árboles, es su energía sutil  lo que más valoro de todo. Yo hago este arte porque vivo en la naturaleza. Si viviera en la ciudad no haría esto.

Marisa.- De las intervenciones que has realizado en el paisaje, algunas son efímeras, otras  permanecen….

Yo no tengo pretensión de perdurar en ningún momento. Tengo mucho respeto al entorno, a la gente, quién soy yo para decir: Esta obra es para siempre. Se queda en la memoria de la gente que para mí es más interesante porque te quedas con una imagen casi fantasma porque las piezas podrían ser naturaleza pero no lo son,  por su apariencia o por su forma….Se te queda la imagen de que tú has visto, algo que sí encaja en la naturaleza, pero en realidad sabes que no puede ser.

M. Estuviste hace poco en Japón montando una exposición y has venido cargada de espiritualidad. Te ha fascinado su amor a la naturaleza, ¿te ha llegado a influir el viaje en esta exposición?

Yo la exposición la tenía clara pero sí me ha influido. Los lugares que más me impresionaron fueron los templos sintoístas. Su veneración a la naturaleza, su arquitectura sin figuras, sin pinturas dentro del templo. En el centro hay un vacío y alrededor todo es naturaleza, y claro en eso me reconocí. No quiero para nada ser pretenciosa, aquello es impresionante. Lo mío es pequeño y lúdico pero me reconocí en esa adoración a la naturaleza
La única religión que a mí me dice algo es alabar y respetar la naturaleza. El sintoísmo se trata de eso. Cuando lo conocí me encontré con algo que me impresionó muchísimo
Veneran por ejemplo  dos árboles milenarios abrazados: uno chino y otro japonés. Eso me parece increíble. Es venerar verdaderamente la esencia, más que una escultura de un artista que forzadamente tiene que ilustrar  tal o cual historia

M.- En tus intervenciones llamas la atención sobre los temas que te interesan pero huyendo de lo duro y explícito, tu tono es reconciliador, alegre ¿Quieres demostrar que existen otros cauces para llegar a reivindicar?

Sí. Para mí es una satisfacción grande  poder ver la reacción de la gente, que se sienta eufórica, alegre cuando sale de la sala. Pero no busco una euforia simple o banal, sino más profunda. Ese es mi camino, esa es mi manera de poder transmitir cosas
Yo estoy un poco harta de tanto arte político y social. Todo en la vida está lleno de cosas duras, en la televisión, en los periódicos, las noticias…..Todo es agresividad,  y sí a vida es muy dura. Yo respeto muchísimo a los artistas que llevan esa dureza al arte, pero creo que también es importante resaltar el otro lado, decir;  sí, es verdad, todo es una mierda, pero mira por dónde podemos salir. Hay otros caminos.

L-. Háblanos del erotismo. Está claro que las flores tienen  una visión erótica. ¿Has buscado ese componente, concretamente en esta exposición?

Está muy claro que en los dos primeros, en Carpe Diem y en Merrily ese componente sexual está muy presente, pero es que lo  curioso  es que todo el mundo dice que mi obra resulta erótica, eso dicen siempre, pero yo no estoy pensando qué haría yo para que fuera erótico, me sale erótico.

L. Háblanos del color en tu obra.

El color es muy importante para mí. En esta exposición lo curioso es que he utilizado todos los colores. Están todos. Verde, amarillo, rojo azul naranja ….Creo que nunca, en una exposición había utilizado tantos.  Así como el material lo puedo pensar más conscientemente: Esto tiene que ser  este o tal material porque necesito crear ese ambiente, porque necesita esa fuerza o esa resistencia…Los colores me salen sin pensar, me salen. No puedo decir por qué.
Es muy importante que haya mucho colorido. Para mí es esencial,  una escultura con color tiene más alegría, más fuerza.
La iluminación también es vital, es parte de la exposición.

L.- Cuando trabajas por ejemplo en una playa, ¿utilizas unos materiales diferentes a cuando trabajas en un espacio cerrado?

Sí, hay varios motivos. Por ejemplo, muchos de los materiales que he utilizado en esta exposición al aire libre,  con la lluvia  y con el sol se deformarían, se disolverían. También tienes que tener en cuenta otras cosas a la hora de elegir el material   Tienes un objeto y ese mismo objeto lo sacas de tu estudio y lo pones en una playa y se convierte en algo distinto de si lo pones en otro sitio, por ejemplo en una sala, porque el material que está al lado le cambia la lectura. Eso es muy fuerte,  muy interesante e intrigante en realidad… que según el suelo que tiene la sala, o el material del que está hecho, si es de madera o si es de piedra todo, todas esas cosas  influyen.

L.-¿Haces bocetos previos y maquetas también cuando trabajas en un espacio natural?

Sí, cuando trabajo en espacio natural también hago una maqueta. Como no puedo delimitar el espacio, no puedo poner paredes, la pongo por ejemplo en el jardín para que yo vea su combinación  con la tierra, el movimiento… porque necesito saber cómo reacciona con el viento, con el sol, con la lluvia, con todo….

M:_ Después de tener una idea ya sobre la exposición en la sala Parpalló, te la cambió algo visitar el contiguo Convento de la Trinidad y ver cómo vivían las monjas de clausura?

Sí, un poco. La sala Parpalló ha formado parte durante siglos del convento y yo tenía claro desde un principio que la exposición iba a ser espiritual y que iba a ser un jardín, pero al entrar en el claustro  algo cambió. Por ejemplo la pieza central cobró más importancia porque sí, había leído que en los jardines míticos siempre hay un pozo en el centro, pero al llegar al claustro y ver el pozo lo tuve más claro y también me impresionó, quieras o no, ver las monjitas tan ligeras y tan alegres… porque yo también soy ligera y alegre, pero esta visita  me influyó creo yo un poco para hacer el camino espiritual, pero a la vez alegre y lúdico.

M.- Has querido poner unas cortinas para marcar el inicio de un camino.  Eso lo tenías muy claro desde un principio, ¿por qué?

Sí,  porque es un espacio como  espiritual, sagrado, entre comillas, porque es también  lúdico y utilizar la palabra sagrado es muy pretencioso por mi parte y no quiero para nada ser pretenciosa Quería delimitar cuándo empieza el ambiente que he querido crear. En muchos templos….hay una palabra en holandés que lo dice muy bien, no sé, ….para separar dos espacios, no con una puerta sino con algo más ligero
En la exposición he querido utilizar cuatro de los cinco sentidos y en la cortina he querido jugar con el tacto ya que la tienes que tocar para  abrirte paso. He buscado adrede un material y una textura tan agradable al tacto que te entretienes tocando. Me gusta ver cómo la gente se detiene en la entrada porque quiere tocar más la cortina.

M.- ¿Es importante para ti la reivindicación de femineidad?
De una  manera u otra toda esta exposición es muy femenina. Yo he creado un jardín, pero un jardín muy femenino, muy sutil. El jardín más femenino que te puedes imaginar
Al principio yo quería titular la  exposición “Gran Hermana”, pero me convencieron de que no era buena idea por la fuerza mediática del programa de televisión. Quería llamarla así en relación a las monjitas, las hermanas, la gran hermana, la gran flor que sería la antítesis del “Gran Hermano”. No hablaba en ningún momento del Gran Hermano de la televisión que ni siquiera lo he visto ni sé de qué va, bueno sé de qué  va porque me lo han comentado. Yo lo relacionaba todo con el libro de George Orwel en el que el Gran Hermano es un ser que controla todo domina  y obliga… y la Gran Hermana sería para mí totalmente lo contrario por eso tú preguntas por la femineidad sí, la verdad es que sí.

M.- Empieza el camino con dos piezas que hacen referencia a  masculino y a lo femenino. Un guiño  a Marilyn , una flor a la que se le levanta la falda.

Sí le he puesto Merrily que significa felizmente, y ella está ahí felizmente levantándose la falda y el macho está ahí buscando con su miembro, (risas) viendo cómo puede entrarle

M.- Luego llegamos a una pieza fundamental en la exposición que es el centro, el pozo donde unos capullos sugerentes, flexibles parecen obstaculizar el paso al agua

La pieza central de la exposición es el alma, el alma del jardín , tu alma también. Tendrías que acceder , deberías de acceder porque al subir la tarima y llegar al pozo, al agua,  se ponen en movimiento todos los obstáculos, entre comillas. No me gusta la palabra obstáculo. No dañan, no pinchan, simplemente protegen, son como las pestañas que protegen al ojo, protegen al alma para que no esté desnuda

M.- Nunca llegas a ver tu reflejo en el agua. La gota que cae impide que te veas reflejada ¿Nunca nos llegamos a conocer?

Hay un momento que sí que te ves, es un fragmento de tiempo muy pequeño porque en la vida real hay momentos que parece que lo entiendas todo, y que parece todo muy simple y muy fácil y en seguida esa lucidez desaparece.

M. – Las dos piezas con flores amarillas que “guardan” la gran flor…
La composición de las obras en al sala ha sido importante para mí. Porque en los templos, en los lugares sagrados también esa composición muchas veces muy simétrica. En este caso también porque es :una dos una dos y una  y no lo he  hecho simétrico del todo porque se quedaría muy rígido y entonces he puesto. por ejemplo las dos primeras piezas (masculino y femenino) un poco en diagonal y estas dos amarillas, que vienen después de la pieza central también. Un poco en diagonal
Al contrario del masculino y el femenino del principio, en las dos flores amarillas ya no hay diferencias. Se supone que en un cierto punto del camino espiritual esa diferencia ya no es tan importante. Son dos piezas iguales: Son como guardianes
Más bien  o heraldos de la última pieza
Para anunciar la última pieza

M:_ La última pieza … ¿simularía un  útero?

Es el final del camino espiritual , el final  es un principio también . es una flor  también es un túnel, es un útero, es todo lo que  puede ser una transición de un lugar donde estás a otro desconocido.

M.- ¿Es un reto para ti en cada propuesta experimentar con materiales, probar siempre nuevos, investigar nuevas textura….?

A veces me harto de mí misma, ¿sabes? porque cuando ya sabes cómo funciona un material, una idea, cuando y has pasado por malos momentos, por problemas técnicos…entonces; otra vez a probar algo nuevo.Tampoco es una ley que me imponga: Tiene que ser todo nuevo, pero mi carácter es así….Me gusta cuando conozco una cosa, experimentar con otra. Repito algún material, por supuesto, pero me gusta probarlo todo nuevo

M:_ Comentabas hace poco que durante la realización de esta exposición las piezas parecía que decidían cómo hacerse a través de ti,  que tenían su propia vida.?
Bueno, otros muchos artistas  lo han comentado ya. Yo también lo he vivido en otras muchas ocasiones pero nunca tanto como en esta exposición,  las piezas parecía que decidieran ellas mismas  cómo querían ser. Sobre todo en la forma, durante el proceso iba cambiando la idea inicial.

M.- Vives en una casa estudio en la montaña donde el taller es una zona de paso muy conectado a tu vida, a la vida de tu familia. Ves tus obras día a día noche a noche, ¿Llegas a separar en algún momento tu vida de tu obra?

No mucho, no ni quiero. Porque me gusta estar totalmente interconectada. Yo puedo hacer una sopa y de repente ver a lo mejor en las gotas de aceite que pongo en el agua algo..:  ¡Ay que forma más graciosa!, voy corriendo al estudio, cojo la cámara y me pongo a fotografiar.
Y siempre estoy viajando y cualquier cosa que veo en seguida la apunto la guardo en mi cabeza como idea: no me gustaría que no estuviera conectada

L.- ¿Sueñas con las esculturas?

No. Si sueño…tengo pesadillas (risas). No,  lo que pasa es que a veces necesito soluciones, resolver cosas y  siempre, siempre entre el sueño y  estar despierta, en el intermedio, es cuando me surge la solución. A lo mejor me paso días y días dándole vueltas y cuando estoy a punto justo de dormirme, en ese momento,  o por la mañana a punto de despertarme del todo  me viene la idea, la solución.

L.- Respecto a la música, has  colaborado en otras ocasiones con Leopoldo,  pero para esta exposición, ¿pensaste desde un principio en él?
Sí, para esta  exposición en un principio….. yo había pensado que la gota, cuando tú llegas a la pieza central y te acercas al agua  y te cae la gota, no sólo se distorsionara la imagen cuando te miras en el espejo sino que distorsionara el sonido. Como he colaborado muchas veces con Leopoldo Amigo enseguida se lo comenté y lo divertido de trabajar con una  persona de diferente disciplina es que él me cogió la idea pero  me la devolvió con más ideas suyas. Y así el compuso toda la música. No había escuchado la música antes porque confío tanto  que lo que  él hace va totalmente con mi obra,  que hay toda la confianza.

L- Háblanos del perfume, has concebido la exposición con un olor especial, ¿quién lo ha creado?

Hablando de flores, el perfume es importantísimo. Lo primero que haces cuando tocas una flor es olerla, por eso quería utilizar  perfume y lo quería crear yo.  Me parecía muy importante porque el perfume es una cosa superpersonal y no quería dejarlo en manos de otra persona. Es muy difícil describir un aroma pero también era muy importante que tuviera algo dulce y algo como yo llamo de tierra, olor a tierra. Me lancé a comprar esencias y comencé a hacer mezclas y mezclas, a dejarlas reposar, hasta que dí con la que para mí representa el olor que yo quisiera que tuviera la última flor La Gran Hermana, este olor que he conseguido es dulce y tierra, es dulce pero fuerte.

L- Puedes revelarnos la fórmula del perfume?
No (risas)

L- Háblanos también de los patrones, ¿Cómo has llegado a conseguir estos formatos tan grandes? Aunque tú te sientes muy cómoda con los grandes formatos, ¿Te ha ayudado alguien con los patrones de piezas tan grandes como La Gran Hermana?

Bueno tengo una facilidad, una deformación o no sé lo que es, que   hace que vea una cosa pequeña y enseguida la veo en grande Cualquier objeto  lo veo en el espacio totalmente  grande, enorme. Entonces lo veo y empiezo a pensar si eso es posible porque en realidad todo es posible, creo. Cualquier cosa que quieres realizar en grande se puede. Empiezo a hacer dibujos,  maquetas pequeñas pensando que en grande el patrón será el mismo que en pequeño. En el caso de esta exposición, todo esto lo elaboré sola en mi estudio hasta que empecé a trabajar con los patrones reales, grandes y a calcularlos con una  patronista, con Susa Plaza, y muy bien porque se trabaja muchísimo más a gusto con gente profesional, es mucho  más fácil.

L.- ¿Es importante para ti el equipo de trabajo?

Mucho, muchísimo. Es un aspecto para mí muy importante.
Empiezo sola, pensando y elaborando. Tengo que estar totalmente sola para buscar el material porque yo puedo tener una cosa en la cabeza pero luego es cuestión de hacer pruebas, investigar..Investigo mucho, mucho. , mucho. Tengo mis propios materiales que ya sé que funcionan. Al hacer las pruebas tú sabes si algo es fuerte, si no es fuerte, si se dobla, si  se oprime..Ya tengo unos cuantos que ya sé que funcionan  para algunas formas determinadas pero aún así  cada vez es nuevo, totalmente nuevo. Necesito estar totalmente sola para, para imaginarme, para probar, pero a la hora de salir a montar vosotras os habréis fijado que a la hora de pedir opinión me gusta que opine más gente conmigo porque  seis ojos ven más que dos y tres opiniones…… Siempre hay más posibilidades de que  pueda haber una idea que yo no he tenido. Me encanta trabajar en equipo y creo que también tengo facilidad. Creo que sería incapaz de trabajar desde el principio del proceso con más personas, pero cuando ya tengo claro lo que quiero hacer me encanta pues es gente que  te apoya, y te ayudan a realizarlo óptimamente. Es muy importante, lo necesito.
Una mujer que me ayuda mucho se llama Sandra . Sabe exactamente lo que yo quiero decir lo que yo quiero, es muy minuciosa…..No es fácil tampoco que la gente te entienda

L.- ¿Cómo has visto la reacción del público tras inaugurar la exposición?

Hay una cosa que a mí me dio mucha satisfacción el día de la inauguración y es que lo poco que yo he podido observar así de reojo es que  la gente estaba como eufórica. No sé si era el perfume, si era la música.  Será el conjunto de todo supongo.  Yo veo que la gente llega a tener esa mirada de un niño maravillado y por eso estoy feliz. Si he logrado poder hacer llegar a la gente esos sentimientos que son muy difíciles de sentir;  asombro alegría …felicidad. Si yo puedo conseguir que la gente se sienta así he logrado lo que yo quería

L- Esta exposición es interesante moverla, que sea itinerante. Aunque todas las obras están realizadas para la Sala Parpalló, ¿las has concebido para que después se puedan mover y aplicar en otra  sala?

Se podría, aunque yo para hacer una exposición, me inspiro mucho en el espacio para el cual voy a crear porque, por ejemplo, en este caso es un recorrido, es como un camino porque esta sala es alargada, pertenecía a un convento, es espiritual. Todo tiene que ver. Si el cambio fuera a otra  sala tan alargada a lo mejor,  ahora si vamos a una sala muy distinta, cuadrada pongamos el caso, debería cambiarla toda, el concepto a lo mejor no porque el concepto permanece, pero la composición totalmente cambiarla y a lo mejor añadir unas piezas o quitar otras piezas. Me llevaría su trabajo y su tiempo.
Yo me dejo guiar por el ambiente el alma del espacio, el Genius Loci,  el genio del lugar,  entonces si el genio del lugar es de una manera no puedo yo llegar con  mis piezas ya preparadas, debería adaptarlas.

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La obra objeto de nuestro análisis es una instalación titulada “Plaisir de fleurir” de la artista belga Monique Bastiaans. Artista que actualmente reside en la montaña de Chiva, muy cerca de la ciudad de Valencia, en pleno contacto con la naturaleza, de la que se nutre gran parte de su obra.
En este caso, la obra es una instalación, creada ex-profeso y situada en el emblemático espacio de la Sala Parpalló, inserta en el monasterio de monjas Trinitarias, famoso entre otras cosas, por el espectacular tondo de cerámica atribuido al artista del renacimiento Luca della Robbia.
La instalación, basada en principios estéticos inspirados en la propia naturaleza, algo muy característico de esta autora, emplea curiosamente en esta recreación de espacio, objetos creados con elementos y materiales que provienen de la revolución industrial, hierros, resinas, látex, silicona, fibra de vidrio, ventiladores, luces eléctricas y como único elemento verdaderamente natural, el agua, la gota de agua, eso sí, amplificada a través de un equipo de micrófonos y audio de alta fidelidad. Se trata por tanto de una asociación de formas, y obviamente no de materiales.
La instalación, compuesta de distintas piezas situadas a lo largo del espacio rectangular de la sala, con el eje central del artificioso estanque, y el cenit del recorrido perceptual situado en el testero del edificio, a modo de viejo altar, gigantesca flor y enorme altavoz, después hablaremos de esta analogía que al menos yo he percibido y que considero bastante evidente, ha estado expuesta entre los días 21 de diciembre de 2007 al día de reyes de 2008, justamente un exquisito refugio de espiritualidad para días tan exasperantes, aunque quizá algo breve.
La obra ha contado con la colaboración de Jordi Pla en la iluminación y Leopoldo Amigo en el sonido.
Al tratarse de una instalación en la que el propio espacio expositivo se desarrolla como objeto en sí mismo, y más teniendo en cuenta que se trata de una obra creada por y para ese mismo espacio, lo escultórico y lo expositivo, el objeto y el espacio, se funden irremediablemente frustrando cualquier intento de segmentación perceptiva.
El espacio, concebido en principio como un interior, y presentado todo él dentro del estricto, austero y monacal habitáculo del antiguo refectorio del Monasterio, por su propia naturaleza simbólica y por sus características formales y compositivas, se nos presenta como una recreación de un espacio exterior, un jardín. Ya hemos hecha referencia a la importancia que juega la naturaleza en la obra de esta creadora, no sólo como inspiración formal, como en este caso, sino que una gran parte de su obra se desarrolla en un entorno natural. Un espacio creado, intervenido, en el que lo estrictamente plástico, objetual, se completa con la instalación de luces y el envolvente sonido ambiente creados también para la ocasión. Y aunque el espacio a primera vista, y para un ojo quizá poco entrenado, pueda parecer simplemente ocupado, debido a la individualidad y enorme presencia de cada uno de los objetos, estos pierden sentido fuera del conjunto y del espacio ambiente creado, sería algo tan agresivo como arrancar una flor del entorno de su jardín y pretender que brillara de la misma manera en una vieja maceta de terraza.
Al tratarse de un espacio creado, los puntos de vista se multiplican por doquier, se recorren, de hecho, se penetran, ya que uno mismo acaba formando parte de la propia obra, pasea literalmente por ella, no la observa pasivamente, la vive, la percibe, la siente, tal cual sucede cuando paseamos por un verdadero jardín, pero en este caso, aun más sugestionados, por unos elementos creados para ese fin.
El sentido de tridimensionalidad se presenta pues completo, sólo condicionado por el espacio rectangular del refectorio y por esa mirada dirigida hacia el objeto que centra nuestra mayor atención visual, desde el mismo instante en que atravesamos la cortina verde que nos introduce en este universo floral, La Gran Hermana, así se titula esta pieza, parece ser que en referencia a las monjas que todavía habitan el colindante convento del que fue arrancado en su día este espacio.
El juego de contradicciones aparentes es llevado a cabo esta vez a través del uso de materiales rígidos, industriales, al que ya nos referíamos en la introducción. Materiales supuestamente frágiles, aparentemente frágiles, asociados visualmente a la propia suavidad y fragilidad de las flores a las que hacen referencia, y que sin embargo, tras una aproximación táctil nos hacemos conscientes del engaño, en una maniobra de evidente intención sorpresiva, la rigidez de aquello que debía ser blando, el radical origen industrial de lo que debería ser natural, la rugosidad de lo que se supone suave, la frialdad táctil de lo aparentemente cálido a través del color. El único guiño de suavidad material y táctil real, lo encontramos en otra de las piezas de la instalación compuesta por un falda al vuelo impulsada por dos potentes ventiladores que surgen desde el suelo en lo que parece ser una alusión a la falda del icono contemporáneo de Marylin Monroe, aunque personalmente considero que existen muchas más implicaciones comunicativas y perceptivas que desarrollaré en el estudio crítico final.
La luz, forma parte esencial de la estructuración de esta obra. Prescindiendo prácticamente de cualquier atisbo de luz natural, devolviéndonos de nuevo ese juego contradictorio entre lo aparentemente natural y lo artificial real, paradoja resuelta a través de la experiencia del sentimiento provocado. Estudio lumínico artificial y cuidadosamente estudiado que genera juegos de sombras y zonas de penumbra en las que nuestro propio cuerpo en movimiento proyectado sobre el suelo se engarza armónicamente en el conjunto estético presentado.
Desde que hemos iniciado este análisis, hemos entendido la obra como un conjunto estructural único, no como una sucesión de objetos y elementos situados de una determinada manera, considerando por tanto la obra como pura composición, pura articulación del espacio, en este sentido, la importancia de la composición es fundamental, lo es todo.
La obra, construye una estructura de ritmos, en ocasiones regulares, en otras irregulares, incidiendo en la propia dimensión perceptiva que tenemos en nuestro encuentro con la naturaleza, en la que nos movemos, cómoda, plácida y libremente, pero acunados por el sonido del agua al caer y la música que surge de todas partes. Quizá, La Gran Hermana, como centro de atención visual más marcado, por su propia ubicación, y sobre todo por mostrarse sobredimensionada.
Personalmente considero fundamental, más si cabe que el propio análisis formal, que no deja de ser una argumentación algo gélida, el proceso de interpretación y aproximación crítica hacia la obra de arte. El ejercicio de la crítica, obliga previamente a inmiscuirse en la obra, a penetrar en lo más profundo de sus intersticios, a exhalar su perfume hasta casi emborracharse, aspecto muy apropiado teniendo en cuenta la obra de la que se trata, que contaba incluso con el perfumado real de la propia sala. Se trata en definitiva de envolverse de la obra en un sentido de experiencia casi mística y profundamente vital, ni mas ni menos que aquello que denominamos experiencia estética.
Como muy sabiamente nos recordaba Román de la Calle una y otra vez en sus clases, no es posible el ejercicio de la crítica sin haber pasado antes por la experiencia estética, y obviamente, ese ejercicio crítico puede abordarse de muy diversas maneras, la mía, que no es tan mía, ya fue argumentada y afirmada con fuerza por el genial Oscar Wilde en su breve pero iluminadora obra El crítico como artista, concibiendo el acto de la interpretación critica como un acto propiamente creativo, y por supuesto, en absoluto objetivo, supuesto que comparto categóricamente cada día más con él.
Veamos pues esta pequeña interpretación, creadora y subjetiva, surgida de mi experiencia y encuentro estético con la instalación de Monique Bastiaans.
Comenzando por el propio emplazamiento de la sala, este ya empieza a estar impregnado de espacios de la memoria estrechamente vinculados a mi pasado, justo pared con pared con el centro escolar en el que cursé mis estudios básicos. Imbuido de viejos recuerdos, entro en el espacio jardín propuesto por la artista.

El viaje espiritual que nos propone, comienza nada más atravesar esa frágil cortina verde que no supone impedimento físico alguno, ni siquiera visual, pero que actúa eficazmente de frontera, de puerta entre dos mundos, el mundo exterior de la naturaleza artificial y el interior del artificio espiritual.
Cuando uno atraviesa esa puerta, ha de dejar atrás el mundo del que proviene, ha de convertirse en un hombre nuevo que se deja levitar en un mar de sensaciones. Los objetos nos hablan, sólo hay que saber escucharlos, la música y la luz hacen el resto.
Y es así como nos introducimos de lleno en este idílico jardín perfumado del espíritu. Un perfume que no huele, que es inodoro al sentido del olfato, porque lo que pretende embriagar es nuestro espíritu, y efectivamente, lo consigue.
Dejándonos llevar por la luz y el espacio, como si paseáramos por los jardines de nuestra propia mente, nos encontramos con esas flores cerradas en forma de capullos en aparente frágil suspensión, como recordándonos nuestro propio origen, su fragilidad, su nexo de unión a la vida reducido a un simple filamento que resiste con fuerza el tirón gravitatorio, aquel que nos devuelve de nuevo a las entrañas de la tierra, a la muerte. En su centro, a modo de estanque, a modo de origen y alimento de la vida, el agua, pero también a modo de implacable reloj que marca el paso del tiempo con cada gota que cae inexorable y sin perdón, como un tit tac incesante, que nos recuerda que está ahí sin remedio, que a cada gota, la flor está más cerca de la tierra, de su lápida.
En una misma línea de experiencia de vida, del origen de la vida, y con una connotación claramente sexual, surge esa flor rosada en forma de corazón invertido, pendiente en el aire, sin tallo que la una al suelo, inestable por tanto, como el propio amor que parece estar atado por lazos invisibles, y que se nos manifiesta como una gran vagina atravesada por un estambre, asociado claramente al pene masculino.
Como contrapunto más marcado, encontramos, la falda, movida por el viento, en la que algunos han querido ver una alusión a Marylin, tal vez como icono de una cierta femineidad, quizá remarcando por analogía la asociación de la flor con el universo femenino. En cualquier caso el ritmo ondulante y sensual de las ondas en movimiento, refuerza esa sensación y nos acoge como el mayor atisbo de vida de todo el conjunto.
Finalmente, La Gran Hermana, esa enorme flor en la que casi podemos penetrar y que parecía estar previamente anunciada por las columnas de trompeteras flores amarillas, preside la estancia, como gigante altavoz del pensamiento y del sentimiento, como cueva sobre la que reverberan los ecos de nuestros gritos, de nuestros pensamientos, de nuestros sentimientos, como madre que los acoge a todos ellos y nos protege entre sus brazos, dotándola todo ello de una clara fuerza e identidad femenina.
Atravesamos de nuevo el umbral de la cortina verde, dejando atrás este jardín del sentimiento al que nos enfrentamos completamente solos, con la certeza de que jamás volveremos a verlo pero con la seguridad de que nunca lo olvidaremos, quizá como un primer amor que dejamos atrás. Sin duda una visita disfrutada.

Ricard Ramon

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Exaltación y alegoria de la naturaleza

Cuando Marshall McLuhan (Inglaterra, 1911-1980), expresa que << los nuevos medios no son puentes entre el hombre y la naturaleza. Son la naturaleza>>, se está refiriendo a la inminente desmitificación de la naturaleza, donde los ríos, campos, flores…son ahora sustituidos por la nuevas vías de comunicación, la velocidad del ciberespacio, los parques temáticos, etc. La imagen terrenal y paradisíaco del campo o el jardín ha sido sumida por la infinitud vertiginosa y destructora del universo humano. Una nueva cultura nos absorbe, identificando como ‘natural’ toda la inminente artificialidad: el paisaje o el jardín inherente a nuestra historia, queda inscrito en la memoria eterna y romántica del tiempo.
Partiendo de estas premisas promulgadas no sólo por Mc Luhaan, sino aseveradas
también por pensadores como Baudelaire o Virilio, entre otros, la escultora belga Monique Bastiaans presenta en la sala Parpalló la instalación Plaisir de Fleurir: una exaltación de la naturaleza a través del jardín terrenal, de aquel jardín alegórico del medievo, de meditaciones y sensualidad y donde el ser humano pierde su precepto en pro de la naturaleza, siendo absorbido por un misticismo no sólo religioso, sino también de hedonismo pagano.
Placer e introspección, resuelven está muestra en el que le instalación transfigura el antiguo Convento de la Trinidad en un jardín de ambiente onírico, recreando un mistificado juego de luces, olores y sonidos rico en matices, que realzan el ambiente espiritual de la obra; espacio misterioso donde Bastiaans funde lo formal y lo conceptual en un vocabulario estimulante, que pretende reavivar nuestra mirada por aquellos espacios mágicos y enigmáticos de la historia, y que remite a los más diversos jardines – desde aquel jardín secreto o del paraíso, pasando por las leyendas orientales de Uruk, hasta la voluptuosidad de pintores como El Bosco -, impregnados del sentido de la transmutación perpetua, de la impronta alquímica y mística.
La musicalidad del lugar y la unidad de los sentidos a través de la investigación de los materiales, su organicidad, el sentido olfativo y la sonoridad a través de la música compuesta expresamente para esta ocasión por el artista Leopoldo Amigo remiten al espectador a un metafórico recorrido o vuelta al origen. Una imagen final o último estadio de la naturaleza recreada a través de la particular visión de Bastiaans donde se inscribe la doble y pertinente paradoja entre lo mediático y lo espiritual.

Rosa Ulipano, El Levante, Postdata 7-12-2007

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Santuario Lúdico

Lo llama santuario lúdico. Y la denominación no puede ser más exacta. Porque si bien lo religioso está de modo u otro presente, no es menos cierto que el juego festivo lo invade todo. Es su manera de trabajar. Se empapa del lugar donde va a exponery, una vez penetrada por él, da a luz su idea. Y como en esta ocasión se trataba da la sala Parpalló, antiguo convento de la Trinidad, decidió eso: transformar el recinto sagrado en un artístico jardín lleno de flores que evocaran la feminidad de aquellas paredes.
Plaisir de Fleurir es el resultado del ‘camino espiritual’ practicado por Monique Bastiaans
(Mons, Bélgica, 1954)
”Quería hacer un jardín espiritual. Ligero, lúdico, alegre” comenta la artista. Y el jardín ahí está, en la Parpalló hasta el 6 de enero. Un jardín realizado con los más diversos materiales sintéticos, para imitar una naturaleza que Bastiaans dice amar con rotondidad.
”Escojo las flores en referencia a las monjas que habitaban el convento, y porque me parecen lo más femenino de la naturaleza.” Feminidad a la que se accede tras rasgar, en cierto modo, el velo que sirve de puerta de entrada a ese jardín.
Plaisir de Fleurir es una instalación compuesta por siete figuras (si incluimos el propio velo de la entrada) que aluden a esa naturaleza espiritual. Desplegados con simetría (lo masculino y lo femenino; el pozo; los dos heraldos o trompetas; la vulva), Bastiaans nos va introduciendo en su jardín con la parsimonia con la que Sherezade daba cuenta de sus mil y una noches. Es su modo de advertirnos que a la feminidad última se llega tras una lenta y progesiva escucha.
Leopoldo Amigo le ha puesto el sonido a esa escucha. Sonido igualmente cadencioso, en el que se van armonizando los cantos de distintas religiones, ”muy disimulados”, subraya Bastiaans, a los que se añaden las gotas que resuenan al caer en ese pozo central rodeado de juncos. Pozo al que se llega tras dejar atrás cierto falo simbólico, enfrentado a la falda de Marilyn. Lo masculino y lo femenino, por tanto, antes de alcanzar el pozo ”donde ver tu alma”, taly como apunta la propia creadora.

Salvador Torres
El Mundo, 25-11-2007