Project Description

 

Uwaga  2001. Vinilo, cuerda y aluminio. 10 x 10 x 2 m. a una altura de 7m.

Desde hace tiempo distingo entre ciudadano, consumidor y usuario para
entender los caminos que las nuevas formas artísticas abren a sus
fruidores; empleo ciudadano cuando veo al destinatario de la obra
integrado en su desarrollo de una manera vaga, inapreciable para él
pero substancial para ella, descubierta al reconocer algo fuera de su
sitio, o puesto en la misma acera por la que el peatón pasa para
ganar su atención, quien, tras reparar en el desnivel ocurrido,
rebrota en ciudadano, el antes peatón; consumidor señala al que
deglute la obras con la bulimia propia del lector de fichas técnicas,
siempre abajo y siempre a la derecha para que la reverencia ante la
obra sea mayor y donde corresponde; usuario refiere a ese nuevo
receptor de obras de arte que cree culminarlas porque interactúa con
ellas al llamar la atención del interfaz puesto entre la obra y él,
algo que le lleva a las cimas de la concreación (mal de época que
debería desaparecer a la velocidad con que deviene obsoleto cualquier
ordenador), cansado de oír hablar de interactividad, el golpe de
ratón, teclado o pantalla me parece un simple pasar la página, que
veo igual de interactivo; conviene no olvidar que el término usuario
resulta impensable aplicado a las artes ajenas a los soportes
digitales (interactivos o no), pues todo uso, si físico, reporta un
desgaste, aunque con la nueva interactividad, desde el transfinito
mundo de los bits, tal uso nunca lo suponga y permita tocar sin dañar
lo tocado, o dicho de otro modo, acabar con el valor cultual de la
obra por la vía más directa: el contacto: si lo toco es tan real como
yo y no está en las alturas: desde la paradoja de estar en este mundo
(material) sin ser de él.
La red (la de siempre), como instrumento para captura de la atención,
y el flotador, boya que ofreces para agarrarse, son los últimos
elementos llegados a la obra de Monique Bastiaans para consumar su
proyecto de ciudadanía, caza y amarre del interés de las gentes
ajenas al mundo del arte, también al mundo de las instituciones que
pueblan el arte e, incluso, a la misma institución arte, como dan en
decir muchos, para hablar del arte como la institución de la que no
desean salir; no quiero discutir la imposibilidad de vivir sin arte,
y no por necesario sino por ritualizado según cada estatuto social al
que la gente pertenece, hasta hacerlo imprescindible en todos los
ámbitos de acción, así cada uno de los mundos poblados por la gente
lleva entre sus condiciones unas formas artísticas pegadas a la piel
(no detallaré cuáles porque no sabría hacerlo) por todo el
conglomerado social que hará de la casa, y de la plaza pública, otra
piel que vistes y de la que tampoco te libras; así, muchas veces, el
Arte Público sólo espera sacarte la piel a tiras para poner tu
sensibilidad a flote y dejarte ver lo que, hasta ese momento,
ignoras: traerte a flote, después de cazado, o enredado, da razón de
todo esto.

Nilo Casares 2001