Project Description

 

Las Ideales  2012. (Homenaje a las cigarreras). Con música de Leopoldo Amigo.

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Danzan aún en la luz nebulosa del recuerdo

La idea inicial de Monique Bastiaans era una instalación totalmente distinta de la que ahora se presenta en la sala de exposiciones de Las Cigarreras. Se trataba de un proyecto que llevaba unos años madurando y que nos hacía ilusión presentar en Alicante. Sin embargo, el lugar propuesto finalmente para la exposición lo cambió todo.

Bastiaans presta siempre gran importancia al lugar donde va a exponer, al espacio o entorno que acoge su obra. Acostumbra a trabajar cada proyecto pensando en un lugar específico y atendiendo a las características particulares de ese lugar, tanto si se trata de una sala de exposiciones como de un espacio abierto, ya sea urbano o de aquellos en los que predomina la presencia de la naturaleza, por los que siente especial predilección. Busca integrar la obra en el entorno y que se produzca más que un diálogo, una relación de autoimplicación, casi por necesidad.

El grado de interacción entre la obra y el entorno es variable. Se plantea en términos, espaciales, lumínicos, materiales, cromáticos, auditivos o incluso aromáticos. La interacción se presenta de forma sutil, como el movimiento de la brisa y los reflejos del sol en las mallas de nylon de “Mediodía se celebra en el interior” (2001), o bien resaltando las estridencias entre los materiales sintéticos y las formas orgánicas, como en la exposición “Vecinos verticales” de 2007. En cualquier caso, siempre existe un respeto por la naturaleza misma del entorno.

“¿quién soy yo para torturar unos árboles con la pretensión de que el resultado sea mejor de lo que era antes?” , se preguntaba en Ribarroja del Turia mientras trabajaba en el proyecto de la intervención “Adeu tristesa”, que convirtió un campo de naranjos muertos por la enfermedad de la tristeza en un huerto de color e ilusión envolviendo los árboles con telas rojas, fucsias o rubís. El respeto que siente hacia el entorno es también una de las razones fundamentales del carácter efímero de la mayor parte de la obra de Bastiaans.

El espacio arquitectónico de las naves de la fábrica de Alicante que aún se encuentran pendientes de rehabilitación sorprendió y cautivó a Bastiaans desde la primera visita. Esas enormes salas, que se descubren entre los claroscuros que produce la luz natural de los ventanales sobre las paredes desconchadas, permiten hacerse una idea figurada del ambiente de trabajo durante los años de funcionamiento de la tabacalera. Sin embargo, lo que despertó un interés decisivo en este caso fue la historia de la fábrica y, especialmente, de las trabajadoras.

Cuando lo normal era que las mujeres trabajaran en casa o en el campo, la fábrica de Alicante llegó a emplear a más de cinco mil cigarreras durante unos años en los que la población de la ciudad crecía ligeramente por encima de los quince mil habitantes. La incidencia de esta enorme fuerza trabajadora en la economía doméstica propició ciertos cambios en los planos social y político de la ciudad. Las cigarreras establecieron fórmulas para conciliar sus vidas con jornadas de largas horas, que en muchos casos se prolongaban con largas distancias de ida y de vuelta a casa. Se organizaron para atender las comidas, la asistencia sanitaria y en general, para hacer vida en la fábrica; incluso pusieron en marcha un colegio para atender a los hijos de aquellas mujeres que no tenían familia con quién dejarlos. La fuerza de la solidaridad y la unión ante diversas adversidades alentó el desarrollo de un espíritu sindicalista y reivindicativo que fue el precedente de la lucha feminista en la ciudad y que ha grabado una huella emocional en la memoria de los alicantinos.

La memoria colectiva tiende a ser positiva y entusiasta, especialmente después de la reciente recuperación institucional de los terrenos para uso público. A todos nos parece apropiado el uso cultural para una edificación que además de reunir unas características arquitectónicas adecuadas, históricamente fue el origen de unas inquietudes sociales vinculadas a unos ideales de progreso y cultura que hoy son cuestionados por pocos. Pero, a pesar de recientes estudios publicados, ese recuerdo popular es también vago e impreciso, obviando por ejemplo, las duras condiciones laborales de las distintas épocas para destacar los logros sociales de las cigarreras.

Es frecuente que en la construcción de los recuerdos se produzcan pequeñas tergiversaciones. Algunos hechos se magnifican y es normal que se obvien ciertos datos; las lecturas objetivas quedan fuera del registro, no interesan. La influencia, a su vez, de posibles cargas emocionales de diversa índole sobre el proceso de construcción de la memoria, permite equipararlo con los procesos de mitificación, donde el lenguaje se emplea en clave alegórica y la incongruencia se disfraza de paradoja. Con el paso del tiempo la desviación puede ser aberrante.

En homenaje a los logros de las cigarreras y sobre todo, a la ilusión que despierta aún hoy la imagen que nos hemos construido de aquel espíritu combativo, Monique Bastiaans aplica por su parte una sintaxis también alegórica. Prescindiendo de definiciones precisas reconstruye la imagen de esa ilusión a través de figuraciones sobredimensionadas de algunos elementos que se refieren a tópicos, fácilmente asimilables, del trabajo en la fábrica y el espíritu de las cigarreras. Así encontramos detrás de las tres grandes figuras de la obra “Don´t dream it, be it” (que no se sabe muy bien si son cigarros o cigarras gigantes, o las ninfas-crisálidas a partir de las cuales surgirá todo lo demás), una danza de telas alegres al vuelo, “Las ideales” propiamente dichas, frente a una enorme batea de grandes puros, titulada “1888” en alusión a la primera revuelta que protagonizaron las cigarreras de Alicante. Una iluminación pobre emula la luz de la memoria y lanza haces que atraviesan una nebulosa que nos sume en la densa atmósfera y el aire insalubre de las naves, mientras desde un lugar indefinido, como si procediera de un remoto recuerdo, entre el zumbido de los ventiladores y los chistidos de la máquina de humo, oímos algo4 que contiene resonancias de las voces de las cigarreras cantando de camino a la fábrica.

Como sucede en muchas obras anteriores –desde las “Medusas” de 1996 en la Playa de las Arenas en Valencia hasta los “Ombligos mirándose” de 2008-, las tres ninfas de “Don`t dream it, be it” establecen un juego con las tensiones que se producen entre las formas orgánicas y los materiales sintéticos. La aparente robustez de las figuras a distancia revela transparencias al trasluz, con intensos tonos rojizos del grueso engrudo con nogalina que recubre la delicada piel de encaje. El equilibrio inestable que adoptan sobre el suelo, medio colgadas de un extremo, refiere una ligereza que contradice la gravidez sugerida por el formato. Se evita lo mimético -no es importante que se asemejen a cigarras ni a cigarros- para resaltar los valores plásticos, que son versátiles y permiten plantear un umbral de incertidumbre ante el objeto y provocar una suerte de desasosiego perceptivo. No hay deseo de engaño, aunque Bastiaans sí persigue despertar los sentidos; existe una voluntad de estimular las dudas y cuestionar: ¿Las cigarreras tienen algo que ver con las cigarras? ¿El cigarro toma su nombre por el parecido con las cigarras?

“1888”, la falsa batea con sus puros sobredimensionados –el producto del esfuerzo de las trabajadoras-, persigue el mismo fin; aunque en este caso se hace cierta concesión al mimetismo con la textura del cartón-piedra, tan parecida a la piel de un puro que la artista decidió no emplear la hoja real para recubrir las piezas. La penumbra de la luz indirecta produce a su vez, un efecto de trompe-l’oeil en relación con la profundidad de los puros, que en realidad no son sino cabezas semi-esféricas adheridas a la pared. La escala contribuye al desconcierto.

Constatamos a través de distintas obras como “Moony” de 2002 o “Hemelzweet” de 2006, que a Bastiaans le interesan los ritmos que surgen con las irregularidades en la repetición de elementos esféricos o redondeados. La seriación es un recurso que refuerza la visión de las cigarreras como un grupo; pero también proporciona algún grado de espiritualidad. En cualquier caso aprovecha aquí para situar detrás de la supuesta batea la megafonía de la música que el compositor Leopoldo Amigo –que viene siendo un colaborador habitual en los proyectos de la artista- ha grabado expresamente para la instalación. De nuevo nos confrontamos con una pregunta: ¿El resultado del trabajo de estas mujeres se mide con parámetros materiales o tiene dimensiones espirituales?

Las faldas de “Las ideales” constituyen el elemento principal de la instalación, el que remite directamente a las cigarreras. Se trata de otro recurso iterado. Se presentó en la exposición “Plaisir de fleurir” en 2007 en la Sala Parpalló de Valencia, donde aludía con su agitación a la alegría primaveral de las flores; más tarde, ligeramente distinta, con el título de “Merrily”, se integró junto con obras que parecían zapatos de tacón o collares de perlas en la exposición “Lunes, miércoles y por la noche”, en Carlet, en un contexto que se refería a la sofisticación y la extravagancia de la moda femenina. En ambos casos se exhibía una sola pieza; aquí por primera vez, la obra la conforman cinco faldas que forman un grupo.

La idea de grupo se enfatiza por medio de la unidad cromática del conjunto, que prevalece a pesar de la disparidad de textura, tono y detalles de los tejidos. Esa variedad constata que los grupos se componen de individuos. Con matices, las telas son amarillas, un color luminoso y alegre que remite directamente a una agrupación proto-sindical de trabajadoras, de tendencia feminista, conocida como “la amarillas”.

Agitadas por grupos de ventiladores, el revoloteo de “las ideales” recrea los movimientos de las faldas en un baile y transmite una sensación de libertad que debe encontrarse muy próxima a la que sentían las propias cigarreras durante los bailes que se celebraban los días señalados y que se ensayaban en los patios durante los ratos de descanso. Al referirnos a la alegría que se desprende de las danzas de las trabajadoras, Bastiaans nos despierta una sensación anacrónica y extraña, de desahogo y satisfacción por el reconocimiento de la contribución de aquellas cigarreras a la emancipación y la libertad de la mujer en la sociedad.

Todo esto puede llevarnos a pensar que, en efecto, “Las ideales” es el proyecto de Bastiaans con mayor inclinación hacia cuestiones de carácter social o antropológico. Sin embargo, el lenguaje empleado no es el más adecuado, pues limita el alcance objetivo de una reflexión planteada en dichos campos. La instalación se articula obedeciendo a la misma retórica alegórica que impregna los procesos de construcción de la memoria emocional y la propia identidad, una lógica primaria con asociaciones de ideas muy básicas, como las relaciones de proximidad y similitud en el pensamiento primitivo mágico-místico. Es una lógica que se encuentra en la raíz de epistemológica de todos y, por tanto, casi instintiva. Ahora bien, se complica con tropos, paralelismos, antagonismos, polivalencias, paradojas y otras piruetas del lenguaje. Estrategias que permiten tomar conciencia de la comunicación emocional mientras atienden a la necesidad de sensibilización cultural.

Un lenguaje plástico multidisciplinar y entregado a la experimentación, que permite registros sintácticos muy abiertos, se muestra eficiente y versátil para reflejar las polivalencias, las paradojas y los campos de inconcreción del discurso alegórico. En el juego de establecer relaciones, de insinuarlas, de simularlas, en la manipulación de la poética propia de las cosas que se encuentran interactuando, se despliegan las claves del lenguaje estético de la artista.

Boye Llorens Peters
Denia, 18 de julio, 2012